Capitulo 53

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CAPITULO 53

MIKHAIL

Dos meses atrás...—

Escucharla gritar en las noches me iba a volver loco, pero no había otra manera para manejar toda esta mierda. Incluso tuve que apuntarle a Michael con la puta arma para que la extrajera de ese departamento y poder ayudarla con todo lo que está pasando.

Estoy perdiendo la cabeza, me quedo sin opciones y las comunicaciones cayeron desde hace dos días cuando todo este lugar se fue a la mierda.

— Viene alguien. — avisa Michael, corriendo hasta donde estoy con su arma en la mano.

Me levanté de la silla de un salto, apague las velas, Michael cerró las cortinas y yo corrí escaleras arriba hasta su habitación. No podían escucharla, no ahora, no mientras siga con esa mierda dentro.

Abrí la puerta desgastada de la habitación, entrando al lugar con rapidez con un pañuelo lleno de algodón y la mano vendada por la herida que me provocó ese imbécil al escapar a este lugar.

Ella estaba allí, amarrada a la cama con los grilletes que compré con la tarjeta que Gregor nos dejó, la ayudé a sentarse con dificultad porque no dejaba de gritar, retorciéndose mientras me maldice por no darle lo que quiere. Cubrí la boca con el pañuelo, rodeándola con mi cuerpo con el ceño fruncido, atento a la puerta de la habitación. Podrían venir en cualquier momento por ella y yo no tendría lo necesario para protegerla de sus demonios internos y los de afuera.

— ¡Vete al diablo! — grita contra el pañuelo, golpeándose con mi cabeza para soltarse — Déjame ir ¡Mikhail, suéltame!

— Un poco más, muñeca. — murmuro en italiano contra su oído — Resiste un poco más.

— ¡Me duele! — llora, respirando de manera acelerada.

Lo sé, sé que duele maldita sea, pero es lo que necesitas para sanar.

Michael subió luego de unos minutos, viéndola dormir entre mis brazos, rendida ante el dolor y la desesperación, nos miraba con pena mientras decía lo que se encontraba fuera de este lugar.

— Ya no hay nadie afuera. — avisa con tristeza.

Acomodo a Margery Bolton en la cama, rendida ante el sueño y el cansancio, con una bata raída de color amarillo y el cabello desordenado en su rostro siendo solo un fantasma de la bella mujer que era hace un mes; incluso estaba adelgazando de manera descomunal y eso me estaba comenzando a preocupar.

La dejamos dormir, cerrando la puerta a nuestra espalda con cansancio, soltando un suspiro de frustración, tomando mi cabello entre mis manos.

— Ahora tienen patrullas. — dice lo que ya me suponía — Tenemos que sacarla de aquí antes de que sea tarde.

— ¿Crees que no lo sé? — gruñí, mirándolo con rabia — Pero no está lista, la saco así y nos llevan presos por secuestro. — digo molesto, señalando la puerta donde está la habitación de ella — ¡Necesitamos ayuda!

— Estoy tratando de contactar con Gregor, pero no me deja, ni siquiera con Giovanni. — responde con hastío, molestándome aún más.

Debí decirles lo que estaba pasando en esta mierda cuando logré hacer contacto hace una semana, debí advertirles...

— Prepara todas las cosas, partimos mañana al amanecer. — ordeno con decisión.

Ya solo faltan tres kilómetros para encontrar la frontera con la siguiente ciudad, cuando lleguemos allí podremos respirar. Podré hablarle a Giovanni y advertirle a Castilla de la mierda que se nos vendrá encima si no la tratamos a tiempo. El imbécil era un problema más grande del que nos imaginábamos.

Enamorada del CEO ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora