CAPITULO 23
GREGOR
Ser llamado por Mikhail a primera hora de la mañana no es algo muy lindo cuando tienes una migraña provocada por los intensos interrogatorios de tus padres mientras mantienes la mentira que hiciste minutos antes con tu mejor amiga.
Me siento del culo, pero él me pidió venir para allanar la casa de Diego Santander a las afueras de la ciudad y no pude negarme ante esa petición. Necesitaba respuestas, y esa casa de seguro las tenía.
— Tus padres son un dolor en el trasero. — dice Mikhail con diversión, mientras conduce a la casa de su primo a las afueras, a esta hora está en el instituto jodiendo por lo que podemos entrar sin problema — Te salvaste que tengo mi empresa legítima en Italia.
— No olvido nada, tú la nombraste cuando veníamos aquí. — respondo con media sonrisa — Fastidiar por otro favor no hace que me quieras menos en tus filas.
— Idiota. — ríe, negando con la cabeza.
Estaciona el coche en el camino de entrada de la solitaria casa, arreglo el pasamontañas en mi cabeza para que cubra mi rostro en caso de tener cámaras en el lugar y Mikhail hace lo mismo, guardando un par de armas en la cinturilla de su pantalón antes de bajar del coche.
Lo sigo en silencio, como la última vez, dejándolo que se ocupe de todo lo necesario para que ambos entremos a la propiedad. De buenas a primeras parece estar a punto de derrumbarse, pero en el interior alcanzo a ver algunas cosas de última tecnología que no cualquier persona tendría en casa.
Mikhail abre la puerta con su navaja, entrando con pasos cautelosos al lugar. El olor a cloro y desinfectante nos inundó de inmediato, un aroma muy similar a los hospitales y clínicas que me mareó a los minutos de entrar. Encendió la luz del lugar con un ruido seco y unas luces blancas y brillantes nos iluminaron por completo, cegándome por un momento mientras caminamos a lo que debería ser la sala, pero es una especie de laboratorio improvisado en medio del lugar.
El Don de la mafia italiana entró a las habitaciones estériles que se encontraban del otro lado, mientras que yo hojeaba las cosas que reposaban en la isleta del lugar donde se veía que hacía sus experimentos. Muchos de los matraces tenía líquidos y cosas que ni quiero saber el nombre, al acercarme olía horrible y solo quise largarme de aquí.
Un cuaderno desgastado y viejo estaba junto al pequeño laboratorio, lo tomé con cuidado para no arruinar ninguna hoja con los guantes de cuero que me toca usar, ojeándolo sin entender del todo las fórmulas y anotaciones científicas que tiene entre sus páginas. La química nunca fue lo mío, pero al parecer lo es todo para este sujeto.
— Tómale fotos. — ordena Mikhail con seriedad, regresando de las habitaciones — En el cuarto solo había fotos de Margery Bolton y sus diferentes rutinas.
— Es un enfermo. — gruño, haciendo lo que me dijo.
La mayor parte de las hojas eran fórmulas, pruebas de ensayo y error, algo común para un químico supongo, lo que me heló los huesos fue lo que encontré en las últimas hojas inscritas: Análisis de progreso, se leía en todas las hojas.
— Viene alguien, mueve el culo. — gruñe Mikhail, corriendo a la entrada de la casa, para cerrarla tal y como estaba cuando llegamos.
Ignoré el escalofrío en mi cuerpo, terminé de tomarle fotos al cuaderno de investigación y lo cerré, corriendo a ocultarme en una de las habitaciones como hizo Mikhail. Las luces volvían a estar apagadas por lo que cuando abrieron la puerta lo primero que hicieron fue encender las luces, eran dos personas por lo que sus pasos indicaban al entrar.
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Enamorada del CEO Imbécil
RomanceÉl ha estado enamorado de ella desde que son niños. Ella piensa que es solo una amiga ante sus ojos. Ambos tendrán que vivir juntos por casualidades desfavorables del destino que los hará ver esos pequeños detalles donde antes daban por pérdida cua...