CAPITULO 69
GREGOR
Es ella, pero al mismo tiempo no lo es.
No hay rastro de su cabello rubio que tanto me ha encantado todos estos años, ahora lo tiene oscuro, atado en una coleta alta que la hace ver peligrosa con todo el cuero y la tela del traje táctico igual al mío. Incluso sus ojos, ya no son de un color hermoso miel, sino de un ámbar casi rojizo que no le encaja con la personalidad de princesa de mi mujer.
— Princesa. — murmuro, estirando una mano a su rostro. La detengo al notar la sangre seca entre mis dedos, no quiero mancharla con mi mierda — ¿Eres tú?
— Sí, mi amor. — dice con un nudo en la garganta, tomando mi mano antes que toque el piso, apoyándola en su rostro sin importarle lo sucia que está — Aquí estoy.
— Pero, estabas muerta. — digo en voz baja, temblando.
Dejo de sentir el grillete de mi tobillo, luego el otro; notando a Mikhail moviéndose en la oscuridad con un traje como el mío puesto, moviendo un manojo de llaves en sus dedos con rapidez, sin prestarnos atención.
— ¿Mikhail?
— El golpe en la cabeza fue fuerte entonces. — se burla él, quitando los grilletes en mis muñecas, mirándome divertido al venir por el del cuello — Actívate, te necesito cuerdo, Castilla.
— Hablamos luego. — dice Sam, llamando mi atención de nuevo — ¿Dónde está Margery?
Recuerdo a los rusos sacándola de aquí, viéndola llorar en la entrada antes de caer inconsciente con el sonido de la explosión. Como me suplicó que la matara para terminar el juego absurdo de Diego...
— Se la llevaron los rusos. — digo con una mueca, moviendo mis muñecas para quitar el calambre en ellas — Luego me desmayé.
— Entonces hay que movernos. — declara Mikhail, levantándose con dos navajas en las manos que no le había visto nunca.
Sam lo sigue en voz baja, haciendo un movimiento con sus zapatos que saca dos navajas iguales a las de Mikhail, mirándolas con sorpresa y cierta admiración que la hace abrir y cerrar la boca sin emitir palabra.
— Gael suele tener esa impresión con sus creaciones. — se burla Mikhail, mirándome con diversión con su puto chiste interno que no me causa gracia.
El rostro del demonio de Blake viene a mi mente, molestándome al recordarme como casi me mata un niñato como él por estar fuera de forma con mis combates.
Hago el mismo movimiento con los pies, levantándome con cuidado de mi lugar para luchar contra el mareo por el cansancio. Sam me entrega las navajas de mis zapatos, agachándose a recogerlas al notar que aún no puedo moverme como antes.
Debo admitir que si son unas armas preciosas, con el peso correcto para moverlas en medio de un combate sorpresa o dentro de una fosa. Ya estoy entendiendo por qué el idiota de Blake estaba tan acostumbrado a ese lugar.
Sam toma una radio pequeña de su pantalón, llevándosela a los labios con el ceño fruncido mientras camina frente a Mikhail y a mí como si se supiera estos pasillos de memoria, y no lo dudo, ella no hace cosas a medias.
— ¿Dónde estás? — gruñe en la radio, abriendo la puerta que da a la mansión con una linterna en la mano.
Mikhail suelta una carcajada al salir, alzando la lámpara de gas en su mano con diversión. Iluminando el rostro del idiota que más detesto desde que este año comenzó.
— Justo frente a ti, princesita. — habla Blake Jaeger, sonriéndole a mi mujer como si fueran grandes amigos.
Esto tiene que ser una puta broma.
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Enamorada del CEO Imbécil
RomanceÉl ha estado enamorado de ella desde que son niños. Ella piensa que es solo una amiga ante sus ojos. Ambos tendrán que vivir juntos por casualidades desfavorables del destino que los hará ver esos pequeños detalles donde antes daban por pérdida cua...