Capitulo 42

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CAPITULO 42

GREGOR

Joder, quiero volver con Sam y con mi hija lo más pronto posible, pero esa maldita pila de papeles pendientes no hace más que crecer y las juntas en Ámsterdam me tienen atrapado de hotel en hotel, reuniéndome con las personas que quieren asociarse o hablar de mi estúpida vida privada.

No soporto esto.

Mi único momento del día que me hace feliz es cuando puedo conectarme en una llamada con ella y la veo sonriéndome del otro lado de la pantalla como lo hace ahora, con su traje de embarazada que tiene pinta de leñadora. Los últimos días me ha dicho que los pantalones le molestan, me sorprende que no haya usado todos los vestidos que le compré.

Decirle que no creo poder llegar a mi cumpleaños es una pequeña mentira para sorprenderla con la ayuda de mi madre. Estoy haciendo mi mayor esfuerzo para poder regresar a más tardar en tres días con ella, esta lejanía me tiene asfixiado, no me gusta estar alejado de mis chicas.

Verla triste en la pantalla me destrozó, tanto que estoy por decirle que es una mentira y que ya quiero regresar mañana con ella. Intento calmarla, pero estos días está demasiado sensible, Martina me ha dicho que está susceptible a las emociones y no quiero seguir dejándola sola.

Además que en una semana Mikhail me va a ayudar a traer a Margery por cuarenta y ocho horas para que pasen un fin de semana juntas y Sam esté mejor. Me duele verla sola en la mansión, negociar con el italiano me costó medio millón de dólares para comprarle un armamento militar que no quiero saber en qué lo va a usar.

— En una semana es tu cumpleaños. — murmura decaída, jugando con su plato de comida — Pensé que lo pasaríamos juntos.

Y lo haremos, mi bella princesa, solo que necesito buscar a Margery en Sevilla primero.

— Quiero hacerlo, pero esto... — intento explicarle por encima mi plan sin revelar la sorpresa, pero la metiche de Sarah Volcán apareció en mi campo de visión, enfureciéndome.

Odio que entren a mi habitación sin mi permiso.

— Gregor, no tardes, corazón. — dice con total descaro, sabiendo que estoy hablando con Sam.

Joder...

Veo a Sam aterrado de que confunda las cosas y no me permita explicarle, pero su rostro cubierto de ira no me indican nada bueno para mí y no creo que...

— Sam, no es...

Terminó la llamada.

¡Mierda!

Dejé la laptop en la cama, llevando el teléfono a mi oído con su número marcado en España para explicarle esta situación de mierda, incluso empujé a Sarah de camino a la salida cuando intentó tocarme el brazo.

Puede ser muy hermosa por fuera, pero por dentro está tan podrida como una comida descompuesta. Solo acepté ser su socio porque su maldito padre fue uno de los que pagó para que me secuestren. Soy del tipo de persona que piensa que es mejor tener a tus enemigos más cerca para ver lo que planean.

Sam no me contesta.

Salgo de la habitación, importándome bien poco si Sarah me está siguiendo, de seguro fue a joder por la junta que tenemos ahora.

Intento con Martina a la casa para asegurarme que no esté descompuesto mi teléfono, pero esta si contestó enseguida, hundiéndome en la miseria al notar que es ella la que no quiere hablar conmigo ahora.

— La señora está furiosa, ni siquiera terminó su comida. — me dice con tristeza, casi la imagino haciendo una mueca.

Golpeo mi frente con la pared del ascensor luego de subirme para ir a la asquerosa junta que tengo con estos estúpidos. Sarah se subió conmigo con una amplia sonrisa, como si se sintiera complacida por su maldito juego de mierda.

Enamorada del CEO ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora