Capitulo 50

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CAPITULO 50

GREGOR

Cuando propuse la fiesta en Nueva York no pensé que habrían tantos idiotas encargados de la logística que por sus incompetencias terminé viajando yo mismo a ese lugar porque nadie sabía qué mierda hacer con su vida.

Obviamente en mis planes no estaba tener que preparar tanta estupidez por tanto tiempo, en mis estúpidos planes estaba yo, con Sam, terminando los malditos quince días de reposo para cogérmela como dios manda porque ya estoy harto de mis bolas azules cada que la veo; pero no, es algo imposible para mí con esta banda de incompetentes.

— Señor, los manteles ¿Qué tipo de blanco lo desea?

— Para mí todos son iguales. — alegue con cansancio, saliendo al pasillo para salir del edificio por aire — Dejen de hacer preguntas estúpidas y... ¡Terminen su puto trabajo! — dije esto último, casi que gritándolo en el oído del sujeto junto a mí porque está a punto de dormirse en su puesto.

Todos aquí están hartos, pero no dejan de hacer preguntas estúpidas cada que les hablo sobre algo.

Llegar a la terraza de mi edificio en Manhattan, sin matarlos en el intento, fue un esfuerzo muy grande para mí. La verdad, si fuera fumador estaría aquí con un cigarrillo en las manos, mirando el paisaje frente a mí mientras me lleno los pulmones de nicotina, pero para la lástima de muchas compañías de drogas autorizadas, eso de estar inhalando humo como imbécil no va conmigo.

Al menos tengo una linda vista de Central Park desde aquí, con el tráfico y todo alrededor, pero puedo ver a algunas personas minúsculas corriendo por ahí. Estando aquí pude cerrar contrato con un sujeto que tenía rato enviándome propuestas y hasta ahora le presté atención, ciertamente estar en el negocio de la arquitectura no me llamaba del todo la atención, pero ya que hace dos años comencé con fármacos y petróleo, por qué no intentarlo con algo tan demandado como los diseños arquitectónicos.

Este edificio lo compartiré con él, fue parte del trato y no le vi problema, después de todo paso mayor tiempo en España que aquí en Estados Unidos.

Lamentablemente no he tenido el tiempo de conocerlo, solo nos vimos por escasos minutos al firmar el contrato de asociación y luego se fue por una emergencia familiar, algo que según me informaron sus empleadores se trataba de su mujer.

— Las fiestas aquí son una mierda ¿Eh? — pregunta un sujeto a mí lado, fumando un cigarrillo.

— Mucho trabajo que hacer. — respondo con media sonrisa, mirándolo con detenimiento por unos segundos — ¿Nos conocemos? Me pareces familiar.

Sonrió.

Estoy seguro de haberlo visto en algún lugar. Mucho más porque tiene el cabello de un color extraño entre rubio y castaño que con la luz del sol te confunde más de lo que te gustaría porque no sabes cuál de los dos predomina; y sus ojos... son de un color azul más oscuro que el de Mikhail y Margery, es un azul casi violáceo por la oscuridad que los rodea en la pupila.

¿Acaso es familiar de la lunática de mi mejor amiga?

Los Bolton son conocidos por poseer una belleza fuera de lo común, lo que los caracteriza por ser la mismísima imagen de los dioses griegos, incluso algunos de los familiares de ella son actores famosos por los rasgos peculiares.

— No tuvimos el placer de presentarnos formalmente. — admite con un asentimiento, aplastando la colilla de cigarro en el cenicero del barandal. Extiende una mano enguantada en cuero negro en mi dirección y sonríe — Christopher Miller, tu nuevo socio.

— Oh. — solté sin pensar, despegando mi cuerpo del barandal con sorpresa.

¿Estuve con este sujeto reunido por una asociación y no me molesté en detallarlo?

Enamorada del CEO ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora