Capitulo 37

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CAPÍTULO 37

MIKHAIL

Mi llegada a Estados Unidos se vio adelantada debido al incidente con Gregor Castilla y la Calabresa, lo que me hizo llegar aquí sin terminar mis asuntos en Italia, teniendo la ayuda de Giovanni solamente, ya que es el único disponible de todos, los demás están montando guardias y asistiendo a las absurdas reuniones que no pude postergar de la empresa.

Sinceramente, si no fuera por el maldito ruso que quiere crear una guerra en el bajo mundo, yo no estaría aquí ahora.

Sí, estoy ayudando al español con su problema para que luego pueda trabajar libremente para mí, pero mi presencia no es necesaria aquí para extorsionar y callar a mi primo. Con que yo le diga imbécil en la cara basta.

Cuando lo visité hace unas semanas me lo demostró, temblando de miedo y al borde de cagarse los pantalones porque le ordené no usar mi nombre de nuevo para sus sucios negocios con los rusos.

No quiero problemas.

De verdad, lo único que he querido desde que el maldito de mi padre me trajo a este mundo es no tener problemas.

Lo pedí, no funcionó, una persona que no tenía que morir murió y este mundo se ganó a un hijo de puta. Porque es lo que soy ahora.

— No los localizo, es como si hubieran desaparecido. — se quejó Giovanni, restregando su rostro con las manos al tiempo que recostaba su cuerpo a la silla donde ha estado sentado desde hace cuatro días desde que nos alojamos en una ciudad cerca del hogar del español.

— Vuelve a intentar. — gruño, mirando por la ventana los edificios iluminados bajo nuestro departamento.

Un pent-house, nunca alquilo menos, mi humildad se fue al carajo con mis ganancias como jefe de una mafia. Si todos los días voy a arriesgar mi vida por un estúpido negocio familiar que no quería, por lo menos voy a vivir a lo grande sin pensar en las consecuencias de mis gastos.

Ni siquiera mis hermanos opinan de mi despilfarro de dinero, ellos saben que no tienen voto en esto luego que dieron un paso atrás por temor luego que ocurrió todo el asunto con mi padre y está macabra herencia.

— Mik, estoy cansado. — me dice Giovanni, suspirando — Por más que mis habilidades tecnológicas sean buenas, aún no se ha inventado una estúpida máquina que ubique a las personas por el movimiento de su respiración — eso me hizo sonreír de manera real en más de un mes aquí —, que es la única forma en la que los encontraremos, porque no queda ningún rastro de ellos aquí.

— Bien. — acepto a regañadientes, mirándolo con el ceño fruncido — Pero no vamos a bajar la guardia.

— Estás perdiendo la maldita cabeza. — se queja, caminando a su habitación con un gruñido de cansancio.

No le diré nada.

Nunca les reclamo por sus quejas o los contradigo cuando me dicen que he perdido la cabeza.

Por mí ellos pueden pensar lo que les dé la gana de cómo soy. Al final no me importa.

Vuelvo a mirar a la ciudad con cansancio, pensando en las diferentes formas, rutas, posibilidades que pudieron tomar los calabreses para ocultarse aquí y seguir con sus negocios con el Boss. Estoy seguro que ellos siguen aquí, mi instinto nunca falla.

Camino al balcón de la ciudad, revisando el teléfono con aburrimiento para encontrar un poco de sueño y descansar.

Mientras mis enemigos estén en paradero desconocido suelo no dormir en lo absoluto y eso altera todo mi ciclo de sueño. Mis hermanos no saben lo qué es porque no han tenido necesidad, a ellos no les han tocado a su familia o amenazado con un arma las veinticuatro horas del día. Por no saber luchar se salvaron de esta maldición que no tiene final.

Enamorada del CEO ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora