Capitulo 43

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CAPITULO 43

GREGOR

Sam no me pesa en lo absoluto estando embarazada y eso ya es una gran bandera de alerta para darme cuenta que el entrenamiento con Mikhail no fue para nada ligero como él dijo. Subimos las escaleras sin problemas y ya eso es mucho teniendo en cuenta que apenas tengo dieciocho años.

Su llanto había cesado en el trayecto, dejándome a una Sam muy cansada en mis brazos, gimoteando y sosteniendo mi camisa con fuerza para evitar que me marche de nuevo. Sonreí, cerrando la puerta de la habitación con seguro detrás de nosotros. Por suerte la insonorice antes de mudarnos, y sí, ahora me va a servir para darnos privacidad en nuestra conversación, pero el objetivo principal de ese servicio es que nadie pueda escucharnos los meses posteriores al nacimiento de la bebé, porque de eso puedo estar muy seguro: Sam y yo no saldremos de aquí por un mes si me es posible dejar la empresa.

Joder, quiero hacerle de todo en esta habitación ahora que puedo.

Dejé su cuerpo con cuidado sobre la cama, asustándola, abrió los ojos con temor, buscándome. Le saqué la pantufla de peluche de los pies con media sonrisa, tomando sus pies con cuidado para darle un masaje que he ido prácticamente en el hotel todo este tiempo.

He leído que a las embarazadas le tienden a doler, así que qué mejor que relajarla con esto antes de tener una conversación absurda e incómoda.

Además que es una excusa para tocarla. Desde que vivimos aquí y mi madre la ha llevado con ella a los spa y salones de belleza no he pasado por alto lo hermosa que se ve a cada momento. Es una reina.

— Déjame que... — intenta detenerme, mirándome sonrojada.

— No, quédate quieta. — la corto con media sonrisa, apoyando mi mano en su hombro para que no se levante — Quiero mimar a mi novia como se merece.

— Debes estar cansado. — murmura, rendida.

Obviamente está cansada, ha estado caminando por la mansión todos estos días con la pancita que cada día crece más, debe estar adolorida en sus pies y no lo dice por vergüenza.

— Dormí en el avión, por eso el traje está arrugado, no te preocupes. — la calmo, pasando mis dedos pulgares por su talón en un punto que la hizo gemir, cerrando los ojos.

Joder.

Sam, por favor no gimas, mi autocontrol está flanqueando mucho con todos estos meses de abstinencia que me he autoimpuesto desde la última vez que me acosté contigo. Mi entrepierna está suplicando acción desde el año pasado.

— Me han dicho que has caminado mucho por la mansión. — digo en voz baja, tratando de controlar lo ronco en mi voz.

Antes de comer tengo otra estúpida cita en el baño, ya estoy comenzando a aburrir mi mano con toda la espera.

— Estaba aburrida. — miente, mirando a otro lado.

"Ay, Sam, cuando no te esfuerzas en mentir eres demasiado obvia". Pienso con una sonrisa, pasando a su otro pie. Está perdida en sus pensamientos.

— Princesa, ella no es nadie, no le des vueltas. — le pido, mirándola con el ceño fruncido.

No me gusta que se rebaje por alguien tan poca cosa como Sarah ¿Acaso no ve lo hermosa que es?

— ¿Por qué estaba en tu habitación?

Mierda, Sam celosa me prende más que la controladora.

— Huy, que celosita — me burlo, dejando el masaje de lado para tomar sus caderas con mis manos.

Enamorada del CEO ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora