Capitulo 45

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CAPITULO 45

SAMANTHA

No sé cuánto tiempo he pujado desde que llegué a este estúpido quirófano, pero luego de salir de aquí no creo que quiera volver a hacerlo ni siquiera para hacer mis necesidades, me voy a morir pujando.

— Solo un poco más, Samantha. — escucho a la doctora decir detrás de la cortina.

Gregor, a mi lado, apretó mi mano, dándome confianza mientras hago lo que la mujer dice, desgarrando mi garganta con todas mis fuerzas porque ya ni siquiera sé si lo estoy haciendo bien. Finalmente consiguieron un medicamento que me deja dopada de la cintura para abajo y ahora no siento el dolor, pero no ayuda para cuando debo pujar.

Al menos no estoy sola.

— Un poco más. — pide de nuevo la doctora, explotando mi paciencia.

— ¿Qué tantas veces tengo que pujar, joder? — grité en inglés para que ellas no me entiendan y no vayan a hacerle algo a mi hija.

No vaya a ser que me las gane de enemigas.

Estoy tan cansada...

— Gregor... — llamé a mi novio, mirándolo a los ojos, agotada — No tengamos un bebé pronto ¿Vale?

— Yo no quiero ver esto de nuevo por un tiempo, créeme. — me aseguró con el ceño fruncido, mirando lo que hace la doctora detrás de la cortina.

A él si lo dejan ver, ellas dicen que si yo lo hago me voy a traumar de por vida ¿Cómo él no se trauma?

— Samantha, un poco más, ya estamos cerca. — dice la doctora, mirándome con media sonrisa de disculpa.

Por mí que se vaya al diablo, estoy cansada.

— ¡Ah! — incluso mi garganta duele con solo soltar el grito que le indica a ellas que de verdad estoy dando mi mayor esfuerzo.

¿Cuántas horas llevamos aquí?

— ¡Un momento! — grita la doctora, desesperada, asustando a Gregor.

Este inmediatamente se levantó de su puesto a mi lado y miró sobre la lona, analizando la situación con cautela. La verdad no me sorprendería que también haya investigado sobre esto para cuidarme en el parto.

— ¿Qué hay mal? — pregunta él con seriedad, sin soltar mi mano.

— Tiene el cordón enredado en el cuello. — dice la doctora, exaltada — Tenemos que hacerlo con mucho cuidado.

Intenté levantarme un poco de mi posición acostada, pero la contracción en mi vientre me hizo caer de nuevo en la camilla, gritando de dolor y tomando con fuerza la mano de Gregor a mi lado.

Ya no aguanto.

Y estoy comenzando a perder un poco el medicamento.

Ya no extraño el dolor, ahora lo aborrezco, ese simple tirón me hizo ver el diablo cuando apareció.

— Gregor. — jadeé, sorprendiéndolo. Tenía el rostro cubierto de preocupación escuchando y viendo lo que la doctora estaba haciendo bajo la manta — ¿Qué está pasando?

— Nada, princesa, todo va a estar bien. — me asegura, aunque no lo siento del todo seguro.

— Ya no puedo más. — lloro, mirándolo, derrotada — No puedo, Gregor.

— Si puedes, princesa. — murmura, dejando un beso en mi frente mientras me abraza — Eres la mujer más fuerte que he conocido, tú puedes.

Cerré los ojos, llorando y suplicando al cielo para que esto acabe. No estaba lista para venir aquí, el parto se adelantó, mi bebé quiso salir un mes antes de tiempo y tuvimos que hacer un parto normal a pesar que habíamos planificado una cesárea para no tener complicaciones.

Enamorada del CEO ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora