Capitulo 31

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CAPITULO 31

SAMANTHA

Cuando desperté Margery ya sabía la verdad y Gregor estaba sentado a mi otro lado, sonriéndome con ternura mientras me acariciaba el rostro con sus dedos. Estaba en mi lugar seguro.

— Hola, hermosa. — saluda Margery, mirándome con una amplia sonrisa sentada del lado contrario a Gregor — ¿Dormiste bien?

Asiento con una sonrisa, abrazando el peluche que Gregor me dio en la feria y cerrando los ojos suspiré, agradecida de tenerlos en mi vida como los mejores amigos de la historia. Son increíbles y el que nunca me dejen sola me llena de una alegría inmensa que no puedo explicar.

— Oye, Sammie. — me llama Margery, acostándose junto a mí con el rostro serio, mirándome sobre el peluche — ¿Recuerdas el día exacto en el que sucedió eso?

¿Para qué quiere saber cuándo me violaron?

Me siento en la cama en medio de ellos, mirando afuera que sigue lloviendo, pero al menos ya no es tan fuerte como hace poco.

Ese día siempre lo tendré grabado en mi memoria, sin importar cuánto intente olvidarlo, allí estará siempre como una marca en mi historia de la que nunca voy a escapar.

Siento las manos de Gregor acariciando mis brazos sobre la sudadera para darme fuerzas antes de levantarse de la cama, dejando un beso sobre mi cabeza con media sonrisa.

— Voy a prepararte la cena. — me dice para que no me preocupe, mira a Margie con un leve asentimiento y camina fuera de la habitación con el ceño fruncido — Las dejo a solas para que hablen mejor.

Ella no le responde nada, esperando mi respuesta.

Miro a la ventana con una mueca, recordando el día en que salí de casa de sus padres por la ventana y una de sus primas me vio con asco mientras me arrastraba fuera para que James no me viera por la ventana.

— Fue luego que James y tú se reconciliaron con sexo en casa de él. — digo, mirando al exterior perdida en mis recuerdos — Ese día salí de tu casa por la ventana y le escribí a la madre Gregor para encontrarme con ella.

Ya sabía lo de Gregor, una gran parte de su verdad la tenía presente y eso me permitía descansar un poco de las mentiras para hablar con mi mejor amiga con tranquilidad como en el pasado.

La veo al borde del llanto, sentada a mi lado con la cabeza agachada como estuvo Gregor cuando regresó.

— No te culpes. — digo viéndola con seriedad — Soy una buena mentirosa, cuando regresé de casa de Gregor mis padres no sospecharon nada, tu no sabrías la verdad incluso si lo intentabas averiguar.

— Pero yo... — responde titubeante.

Noto los rastros de ansiedad en ella, pensando en lo que pudo haber hecho por mí y tomé su mano como ella lo hizo conmigo hace unas horas.

— No pienses en eso, Margie, de verdad. — pido con media sonrisa — No te sientas triste por haber sido feliz por primera vez luego de cuatro años.

— Pero si me hubieras dicho... — intenta decir, apretando mis manos con una lágrima deslizándose por su mejilla — No te habría dejado sola con esto.

— Sí. — suspiro asintiendo, feliz de tener una amiga como ella — Pero tampoco serías feliz con James, estarías preocupándote por mí, atendiendo lo que necesite y habrías dejado a James de lado. Justo como lo haces ahora.

— Tú eres mi mejor amiga. — responde con un nudo en la garganta.

— Lo soy. — sonrío, acariciando su mejilla cubierta de lágrimas silenciosas — Pero quiero que vivas, Margie, que seas feliz. Ya estoy molestando a Gregor el tiempo suficiente para que me lo restriegue en la cara cuando tenga oportunidad; tú mereces ser feliz luego de todo este tiempo.

Enamorada del CEO ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora