Libro 2 : Capitulo 7

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— Vamos elige una que te guste para hoy — Le dije Becky sonrió desde la puerta de el armario y después volvió a desaparecer tras ella.

— Bueno a mi me encantan las moradas pero creo que hoy nos vamos a decidir por esta — Anunció según salía de el armario con una corbata azul giró a mi alrededor y me rodeó el cuello con el trozo de seda. — Combinan con tus ojos y ya sabes que adoro el color que tienen.

— Me encanta cuando dices la palabra adorar para referirte a algo mío.

Miraba la expresión en su cara mientras me anudaba la corbata y cómo se mordía el borde de su precioso labio inferior, y me encantaba su atención del mismo modo que aborrecía el hecho de que era obvio que lo había practicado antes con otra persona. Había estado así de pie junto a otra persona atándole la corbata. Lo sabía intentaba no imaginar que habría sido una mañana cuando ayudó a ese, y que no había pasado la noche anterior comiéndole el pene a ese tipo. Estaba comportándome como una celosa y una creatina.

Nunca me había puesto celosa con ninguna de las chicas con las que salí, pero claro Becky no era cualquier chica. Becky era la chica, Mi chica.

— Me encanta que estés aquí haciendo esto — Le dije.

— A mi también — Me sonrió un minuto antes de volver a la tarea.

Quería decirle muchas cosas pero no lo hice presionarla nunca funcionaba, y ya había aprendido la lección al respecto, pero aún así resultaba difícil tomarse las cosas con calma. No quería ir despacio con Becky la quería rápido y a mi manera todo el tiempo. Gracias a dios que no dije eso en voz alta.

— ¿Como se presenta su día, señorita Armstrong? — Le pregunté.

— Tengo un almuerzo con mis compañeros de la universidad. Cruza los dedos debo empezar a pensar en conseguir ese visado de trabajo y puede que ir allí me ayude. Tal vez pueda conseguir un puesto como conservadora en uno de los museos mas importantes de Londres. — Terminó de anudarme la corbata y le dio una palmadita — Ya esta. Esta muy elegante con su corbata azul señorita Sarocha — Acercó los labios a los míos con lo ojos cerrados. Le di un poquito en sus labios fruncidos. Abrió los ojos he hizo un puchero en señal de decepción.

— Esperabas más ¿eh? — Me encantaba hacerla enojar y reír.

Me ignoro como si no le importase.

— ¡Bah! — Exclamó encogiéndose de hombros — Me temo que tus besos son..., pasables puedo vivir sin ellos.

Me reí por la expresión de su cara y me lancé a hacerle cosquillas.

— Menos mal que te dedicas a restaurar cuadros. Mi vida porque mentir se te da fatal.

Se rio histérica por las cosquillas e intento escaparse de ellas.

La rodeé con mis brazos y tiré de ella hacia mi.

— No tienes escapatoria — Murmuré contra sus labios.

— Y si no quiero escapar ¿qué? — Me pregunto.

— Me parece perfecto. — Conteste y le di un beso sincero. Fui despacio y con cuidado, disfrutando de esas primeras horas de la mañana juntas. Antes de que tuviésemos que irnos a nuestros respectivos trabajos ella se fundió conmigo de forma tan dulce que tuve que recordar que ambas teníamos que trabajar y que no había tiempo para llevarla de nuevo a la cama. La parte positiva es que volveríamos aquí a el final de el día y que tengo muy buena imaginación.

No me pude contener y le di un par de besos más de despedida antes de que nos separemos mientras esperábamos el ascensor en el aparcamiento apoyadas contra mi coche y cuando la dejé en su trabajo. Esas son las ventajas de tener a alguien en tu vida que quieres que esté contigo con todas tus fuerzas. De nuevo soy una mujer afortunada. O al menos soy lo bastante inteligente para darme cuenta.

Desnúdame el Alma (FreenBecky  G!P )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora