Libro 2 : Capitulo 1

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Mi mano latía al ritmo de mi corazón. Todo lo que pude hacer fue respirar contra las puertas ya cerradas del ascensor que se la llevaba lejos de mi. Piensa, perseguirla no era una opción, así que abandoné el vestíbulo y me fui a la sala de descanso. Allí se encontraba Jenny haciéndome un café, mantuvo la cabeza agachada como si yo no estuviera ahí una mujer inteligente, espero que esos idiotas de la planta hagan lo mismo o van a tener que buscarse otro trabajo.

Eché algo de hielo en una bolsa de plástico y metí la mano dentro. Mierda como duele. Tenía sangre en los nudillos y estaba segura de que también habría en la pared junto al ascensor. Volví a mi despacho con la mano en la bolsa de hielo. Le dije a Sofía que llamara a la gente de mantenimiento para que arreglaran la maldita abolladura en la pared.

Sofía asintió con la cabeza y miró la bolsa de hielo al final de mi brazo.

— ¿Necesitas hacerte una radiografía? — Pregunto con la expresión típica de una madre.

— No — Necesito que vuelva mi chica, no una jodida radiografía de mierda.

Me fui directo a mi despacho y me encerré allí saqué una botella del mueble bar y la destape. Abrí el cajón de mi escritorio y saqué el mechero. Desde que conocí a Becky fumaba muchísimo.

Ahora solo necesitaba un vaso de vodka, o igual no. La botella me serviría. Me tome un trago con la mano destrozada y agradecí el dolor. A la mierda la mano lo que tengo roto es el corazón. 

Me quedé mirando su foto. La que le hice en el trabajo la había hecho en mi móvil, no importaba que fuera solo la cámara de un teléfono Becky salía preciosa a través de cualquier lente. Sobre todo los lentes de mis ojos.

Recordé aquella mañana con ella. Podía verla perfectamente en mi cabeza. Lo contenta que estaba cuando tome la sonriente foto junto aquel viejo cuadro....

Estacione en el garaje de la galería y apagué el motor era un día gris, llovía y hacía frío. Pero no dentro de mi coche tener a Becky sentada a mi lado, vestida para ir a trabajar preciosa, sexy y sonriente. Me levanta el ánimo, pero saber lo que habíamos compartido esa mismo mañana era la polla. Y no estaba hablando de sexo recordar la ducha y lo que habíamos hecho allí me ayudaría a sobrellevar el día. Quería compartir tantas cosas con ella.

— ¿Te he dicho alguna vez lo mucho que me gusta que me sonrías, Freen?

— No — Contesté y deje de sonreír — Dime.

Ella negó con la cabeza al venir a mi dirección y miro la lluvia  que caía por la ventanilla.

— Siempre me he sentido especial cuando lo haces porque creo que no sonríes mucho en público. Diría que eres reservada, así que cuando me sonríes me desarmas.

— Mírame — Esperé a que lo hiciera, y así lo hizo. Esa era una de las cosas de las que teníamos que hablar y que había quedado bien claro desde el principio. Becky era sumisa conmigo por naturaleza aceptaba lo que le diera, la controladora que llevo dentro había encontrado a su musa y era solo una razón más por la que hacíamos una pareja perfecta.

Levantó sus ojos marrones hacia mi y espero. Mi pene palpitaba debajo de mis pantalones. Podría poseerla ahí mismo, en el coche y seguir deseándola minutos más tarde. Era mi adición de eso no había duda.

— Dios estás preciosa cuando hacer eso.

— ¿Cuando hago que, Freen?

Le puse un mechón de su sedoso pelo detrás de la oreja y volví a sonreír.

— Nada que me haces feliz, eso es todo. Me encanta traerte al trabajo después de tenerte toda la noche para mi.

Se ruborizó y habría querido follármela otra vez.....

No, eso no es verdad. Quería hacerle el amor..., despacio. Podía imaginarme perfectamente su precioso cuerpo extendido y desnudo para darle placer de todas las formas posibles. Todo mío para mi sola. Becky me hacía sentir que todo....

— ¿Quieres entrar y ver en lo que estoy trabajando? ¿Tienes tiempo? — Me lleve su mano a mis labios y respiré el aroma de su piel.

— Pensé que nunca me lo pedirías. Usted primero profesora Armstrong.

Ella se rio.

— Puede que algún día lo sea. Llevare una de esas gafas y bata negra y en el pelo un moño. Daré clases sobre técnicas de restauración, y tú podrás sentarte al fondo y distraerme con comentarios inapropiados y miradas de deseo.

— Ahhh y entonces ¿me llamaras a tu despacho para castigarme? ¿Me castigarás profesora Armstrong? Estoy segura de que podemos negociar un trato para que pague por mi comportamiento irrespetuoso — Baje la cabeza hacia su regazo.

— Estás loca — me dijo mientras se reía divertida y me apartaba de un empujón — Vamos para dentro.

Corrimos bajo la lluvia, resguardadas en mi paraguas y su sexy figura arropada junto a mi, unida a su olor a flores y primavera, hacían que me sintiese la mujer más afortunada de el planeta.

Me presento al viejo guardia de seguridad, que era evidente que estaba enamorado de ella y me llevo hasta una gran habitación una especie de taller tenía amplias mesas, había mucho espacio me enseñó una gran pintura.

— ¿No es increíble? — Pregunta Becky.

Estudie la imagen con atención.

— Pues si es una figura fascinante, no hay duda parece que esconde una gran historia detrás de esos ojos.

Después Becky se acercó a mi y me beso los labios envolviéndome en sus brazos con fuerza. Fue la sensación mas bonita del mundo.

Me invadió una ola de pánico al recordar. Y me tuve que mover.

Me levante de la silla y me puse de pie. Vi un trozo de tela rosa en el suelo eran las bragas que se había quitado de nuestro encuentro en el escritorio.

¡Mierda! Recordé donde me encontraba cuando su padre dejó el mensaje. Hundida dentro de ella. Toque la tela y la hieres en mi bolsillo. La ducha me llamaba.

Me fui a mi departamento fui directo a la ducha y me desvestí. Mientras el agua caliente caía sobre mi me apoye en los azulejos y me enfrenté a la realidad. ¡No estás con ella! Las has cagado otra vez y ahora no quiere nada contigo.

Mi Becky me había dejado por segunda vez. En la primera ocasión lo hizo de manera sigilosa en mitad de la noche porque estaba aterrorizada por una pesadilla. Esta vez simplemente se dio la vuelta y se alejó de mi sin mirar atrás. Pude verlo en su cara no era el miedo lo que hizo que se marchara era la completa devastación por la traición que había sentido al descubrir que le había estado ocultando la verdad. Había traicionado su confianza. Había apostado demasiado alto y había perdido.

El impulso de retenerla y hacer que se quedara fue tan grande que le di un puñetazo a la pared y seguramente me rompí algo por evitar agarrarla a ella. Me dijo que nunca volviera a ponerme en contacto con ella.

Cerré la ducha y salí, el sonido desolado del agua colándose por el desagüe hizo que me doliera aún mas el pecho ante el vacío. Cogí una toalla y me cubrí la cabeza. Me mire al espejo mientras me destapaba la cara desnuda, mojada y amargada. Sola me di cuenta de esa realidad mientras me miraba en el reflejo del espejo.

Nunca, es mucho tiempo. Tal vez podría estar alejada de ella un día o dos, pero nunca era definitivamente impensable.

Tampoco había olvidado el hecho de que ella aún necesitaba protección ante una amenaza que podría resultar peligrosa. No iba a permitir que le ocurriera nada a la mujer que amaba. Nunca.

Desnúdame el Alma (FreenBecky  G!P )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora