Capitulo 04

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¿Nunca se han sentido tan asustados que desean desesperadamente que todo sea un sueño?

 Nunca en toda mi vida me habia encontrado en una situacion parecida.  Trate de contener las lagrimas, aspirando grandes cantidades de aire. 

Lance la cosa que tenia en la mano lejos, porque no tenia idea de que era, y, temblorosa, me lance a por la primera cosa grande que vi; El escritorio de madera de mi padre. Solia tenerlo en su oficina, era grande y estaba lleno de libros en la parte superior. 

Use todas mis fuerzas para poder moverlo. Era mas pesado de lo que parecia, pero eso era una ventaja. 

Cuando por fin pude dejar el mueble frente a la puerta me aleje dando traspiés hacia la parte más lejana. Entonces los golpes pararon, y yo me mantuve estática contra la pared, con las mejillas rojas y sollozante. — No queremos hacerte daño — Murmuro una voz tras la puerta. Una voz grave. Una voz que me causo un feo estremecimiento. — Tienes cinco minutos para abrir la puerta, o la derribaremos. Sera mejor que tomes una buena decisión.

¿Qué querían? ¿Porque estaban aquí? 

Me sobresalte cuando los golpes reanudaron. Golpeaban la puerta, y, por el estruendo, alguna cosa en la sala. 

Cinco minutos. Él había dicho cinco minutos. Intente calamar mi llanto. Cinco minutos. ¿Realmente iba a quedarme aquí a esperar que alguien viniera a salvarme? Abrí el armario de mi padre y comencé a cavar entre sus cajones, no habia mucha ropa y, aun peor, no había ningún arma. 

Los golpes a la puerta incrementaron. 

Me moví hacia la ventana y me di cuenta de que era una causa perdida. ¡Era un maldito tercer piso! Eran casi seis metros de altura. Si no me mataban ellos, lo haria la altura.

Volví mi rostro hacia la puerta, que nadie golpeaba. Había visto muchas películas, pero las habilidades físicas de mi cuerpo eran limitadas. También había estudiado gimnasia, pero ya no era una niña flexible. Corrí de nuevo hacia la cama, donde descansaba el objeto que le había arrancado de las manos al hombre en el jardín. Era muy largo, grueso abajo y fino arriba, como un cono muy largo. Tenía una empuñadura negra y de metal, y el cono superior, de color plateado, estaba rodeado de aros trasparentes muy finos. La agite, esperando que encendiera de alguna forma y emitiera el azul que antes había emitido. Pero nada sucedió. Podía sentir los latidos de mi corazón martilleando contra mi pecho, ¿Qué podía hacer? ¿Qué podía hacer? ¿Desde cuándo era tan malditamente inútil?

Di varias vueltas por la habitación y finalmente volví a la ventana. 

El árbol. 

Habia un árbol junto a la casa; Grande, grueso, con miles de ramas. Desafortunadamente, ninguna llegaba a donde yo me encontraba. Pero, al sacar la cabeza, me di cuenta de que las ramas mas altas estaban mas cercas del techo. ¡El techo!

Lycans I: EclipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora