Capitulo 09

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Cuando abrí los ojos la mañana siguiente, mi mundo había cambiado.

Durante la noche Mis sueños habían sido una mezcla de recuerdos, miedos, y mucha luz. En mis sueños no solía haber luz, por ello, al despertar, me pareció tan extraño que olvide por un segundo que ya no estaba en casa.

Ya me había acostumbrado a tener sueños oscuros y tenebrosos, a despertar con espasmos, o, cuando la cosa se ponía muy intensa, con algunas lágrimas. Habían días de recesión, días en los que mis sueños eran neutrales, o días en los que no soñaba nada. Pero había pasado mucho tiempo sin soñar con tanta luz. Luz dorada, igual que miles de soles juntos.

Entonces, la realidad me trajo de vuelta a la superficie. Me incorpore, recordando donde me encontraba y por qué. La cabeza me dolía levemente, y la pierna también. Los ventanales que daban al balcón estaban sellados, pero el cristal dejaba pasar la pobre luz que el cielo nublado permitía en toda la habitación. En la noche había olvidado sellarlas.

Me levante, sosteniéndome del borde de la cama, pensando que podría caerme. La pierna molestaba, pero no tanto como para ser algo grave. De hecho, se sentía mucho mejor que el día anterior, y el enrojecimiento alrededor del corte había disminuido.

Mi mente estaba cargada de preguntas, miles de preguntas. ¿Cómo funcionaba la mecánica en esa enorme mansión? ¿Quién cocinaba? ¿A que hora despertaban? ¿Eran las comidas obligatorias a una hora estipulada? ¿Era ese lugar, mas allá de un hospedaje, una escuela o algo así?

Habían dicho que podría volver al instituto, ¿Era buena o mala señal? ¿Podría salir sin sentir que me moriría?

El dolor de cabeza incremento.

Abrí las puertas del armario, y me puse ropa diferente. Acababa de pasarme la camisa sobre la cabeza cuando la puerta de mi habitación se abrió de par en par. Emití un leve grito.

—¡Dice Kate que bajes a comer!—canturreo el chico pelirrojo, con la mano en la manija y una sonrisa amable... O, mas bien, revoltosa.—Vaya, había olvidado lo grande que era este cuarto.

Entonces, mirando a todos lados sin reparo alguno, el entró. Me puse nerviosa inmediatamente. Se paseo por el cuarto viendo el techo, sacudiendo los brazos alrededor, ignorándome por completo. Era muy alto, y su pelo estaba muy desordenado. Aun con la pobre luz del cuarto, resplandecía.

—¡Ah, perdona!—dijo, de la nada, rascándose el cuello.—Olvide que las chicas son mas reservadas con sus espacios. Discúlpame, estoy acostumbrado a vivir con puro demonio.

Titubee, sonrojándome. ¿Demonio? —T...tranquilo. Esta... bien.

—Supongo que aún es muy pronto para atormentarte con humor negro, ...—bufo, como aburrido. Luego sonrió de nuevo—Bueno, ¿Vas a bajar a desayunar o...?

Lycans I: EclipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora