Capitulo 38

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Solté un chillido lastimero.

Imagínense colgando de unas enredaderas. Imaginen a las enredaderas colgando del balcón. Imaginen como quedara Cameron si esto es una maldita broma.

No puse sostenerme, las enredaderas crujieron y con un sonido tenebroso se reventaron. Caí varios metros, apretando los dientes para no gritar. Por suerte, o mala suerte, el suelo estaba cubierto de nieve y mi caída fue suave y tranquila. Sin embargo, me empape completita. ¡Maldición! Me puse en pie alejando de mi cuerpo los pedazos de nieve más grandes. Al menos mi temperatura se había puesto de acuerdo en mantenerme caliente y no tenía frio. Solo tenía una enorme sudadera gris que era como cinco tallas más grandes que yo y un par de pantalones de pijama rosados. Y ahora estaban mojados. Fantástico.

Dando zancadas con dificultad, logre alejarme de los grandes grupos de nieve que habían aliviado mi caída. Cerca de los arboles la nieve no era tan abundante, así que era más fácil caminar. Mi pelo estaba lleno de agua en las puntas y podía sentir como se congelaba. Sacudí la cabeza y me lance todo para atrás.

Mire de vuelta mi pobre balcón; solitario y con la luz encendida parecía tan lejano como África. Jamás podría escalar por donde había bajado, las enredaderas estaban rotas y subir no era una opción. Era muy alto para mí. Así que mis opciones se reducían a encontrarlo o encontrarlo.

Debía encontrar aquel cofre y saber si era Cameron quien la había tomado. Alice había dicho que eran importantes, no podía fallarle, no podía. Jadeando, me deje caer sobre la banca de piedra. ¿Y ahora qué? ¿A dónde había ido? ¿Y si sí era el, entonces qué? ¿Qué le diría? ¿Cómo lo enfrentaría? ¿Y si era una trampa...? Suspire, no había pensado en ello. Pero no. Yo estaba segura, totalmente segura de que era él. Conocía muy bien a todos los chicos transformados; Edward era negro, Zack era color café, Nick era color rojizo, Andrew color rubio dorado, Paul era rubio oscuro -casi castaño-, yo era blanca y Cameron... Cameron era definitivamente negro con gris.

Mire durante un segundo el bosque, era terriblemente oscuro de noche y la luz de la casa era lo único que apenas me permitía ver. ¿Dónde demonios estaba la habilidad lycan de ver en la oscuridad cuando la necesitaba? Di una patada contra el suelo y armándome de valor, conseguí entrar.

Si un bosque es escalofriante de día, de noche es como entrar en un lugar tan horrible como puedas imaginar.

La niebla se cernía sobre el suelo cubierto por nieve en cantidades espesas, era como tener los ojos empañados. Gotas de agua helada caían de las hojas de los arboles cada cierto tiempo, ¡Y los sonidos! Oh, los sonidos eran los peores. Al menos no tenía el oído Lycan desarrollado, porque siendo solo humana podía oír búhos, las ramas chocando unas contra otras y animales moviéndose, ¡Muchos animales moviéndose! No sabía que case de animales eran pero estaba segura de que si veía una iguana me iba a orinar encima. Aunque, si lo pensaba bien, era preferible que fuese una iguana y no un... León. No hay leones en el bosque, ¿cierto? Mehgan me habría golpeado. Bueno, ¿Qué culpa tenía yo de no saber donde vivían los leones? Espera, son de África. Estaba divagando, me iba a volver loca.

Lycans I: EclipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora