Capitulo 62

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Traición



Tan frio, como solitario, mis alrededores resultaban deslumbrantes.

Aspire con mucha fuerza el aire, limpio, frio y húmedo. Ver tanta nieve me recordaba a Londres, pero también me recordaba a Fire's Wood, ese pequeño pueblo que había comenzado a amar sin darme cuenta, que ahora llamaba hogar. Y que, por el amor de dios, añoraba con todo mi cuerpo. Unas cuantas semanas parecían meses de indigno pesar. Esos últimos días habían sido terribles, quizá no había reparado en ello ahogada en tanto desastre.

Aunque unos días antes estuvimos molestos y enojados por la falta de buena comida e higiene, Paul había encontrado la manera de acomodarlo, se había portado más fuerte e independiente que de costumbre, dando buenas órdenes. Tomamos largos baños en el lago, nos llevó a tomar una comida que más de exagerada había sido reparadora, y luego nos había enviado a dormir a todos unas cuantas horas seguidas para restaurar nuestros cansados cuerpos.

En Londres, usar una simple chaqueta negra con una camisa de tirantes en invierno me habría causado hipotermia inmediatamente. Pero mis habilidades genéticas ahora me permitían acoplarme a cualquier tipo de temperatura, y ese fresco y movible frio de montaña me daba algo de sueño. Tenía puestos pantalones de mezclilla masculinos por falta de uno femenino, y Zack me había hecho trenzas en el pelo como todo un profesional alrededor de la cabeza, una corona de trenzas preciosa, que resultaba bastante cómoda aunque algunos cabellos salían por los bordes. Pero desprolija era uno de mis nombres.

Lo único propio que traía encima era un brazalete de mi madre, de piedras verdes y cuerda plateada, que movía una y otra vez, algo nerviosa. De alguna manera intentaba que las respuestas a las miles de preguntas que mi madre había dejado estuvieran en esa pequeña pieza metálica. Respuestas, necesitaba respuestas, y en el subconsciente sabía que ese brazalete barato no me las daría. Pero ella me lo había dado como regalo de catorce años unos días antes de morir y, de alguna forma, me sentía muy cercana a ella cuando lo llevaba encima y últimamente siempre quería llevarlo encima.

— Maldición, como odio el frio. — Intente, pero no pude evitar revolear los ojos al ver a Andrew junto a mí, sin camiseta, y con un cigarrillo entre los dedos mientras su boca expulsaba humo cual chimenea. — Te ves bien con esas trenzas.

No dije nada, mis ojos vagaron en el paisaje. El hermoso paisaje. Mire atrás, el Jet estaba vuelto chatarra en un mal aterrizaje que Zack y sus gritos habían desestabilizado, y al frente, la bajada de la montaña. Andrew y yo habíamos llegado primeros a la cima, y desde allí, todo se veía diminuto. Los pequeños pueblos alrededor de las trae montañas bien alineadas y bañadas en nieve blanca y pura, los árboles en los bordes inferiores, pinos altos y fuertes con nieve prófuga encima, el cielo vuelto una mezcla azul y gris, con motas de nubes dispersas y un resplandor casi invisible del sol. Mis botines marrones estaban escondidos bajo la nieve que me pasaba los tobillos, faltarían unos minutos antes de que se me mojaran los calcetines. Y aunque traía un cinturón diseñado para guardar armas, no poseía ninguna, nuestro inventario de protección estaba inusualmente agotado.

Lycans I: EclipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora