Capítulo 31

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Al inicio creí que bromeaba, es decir, su tono de voz me decía eso

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Al inicio creí que bromeaba, es decir, su tono de voz me decía eso. Pero luego, cuando lo único que se oía era el batir de las copas de los árboles y no algún incomodo chiste de tipo sexual, supe que era verdad. Comencé por algo sencillo; cuando iba al zoológico con Mama. A ella le gustaba mucho el zoológico y siempre se quejaba de que no hubiesen lobos en el de nuestra ciudad. Dos semanas después de su muerte habían llevado a uno.

Cuando el pensamiento llego a mi mente sentí una brisa singular: más densa y fuerte, tanto que me impulsó hacia atrás. Era como estar sumergido en agua helada.

—No lo estas haciendo bien.—renegó Andrew, segundos después—Estas triste.

Me di cuenta entonces de que lo que había presenciado no había sido viento, había sido la habilidad monótona de Andrew. Y había sido muy extraño.

— No te entiendo.— dije, aun conmocionada—¡No se en qué pensar! ¿Qué esperas de mi?

— ¿No has sido feliz nunca? — Bufo el, entre divertido y enojado — ¡Vamos! ¡Por favor!

Luego de un par de intentos fallidos el primer recuerdo necesario se vino sobre mi como una ola. Si: Cuando recibí mi primer trofeo de actuación. Era una competencia estatal, tenía ocho años. Mamá estaba rebosante de alegría, tenía lágrimas en las mejillas y Darcy vitoreaba como loca en el público llamando la atención de los jueces en el momento que me entregaban el premio. Esa tarde mamá se la paso emocionada diciéndome lo muy orgullosa que estaba y lo afortunada que era. Darcy no paraba de menearse como si fuese un pez y gritaba. Camille, mi antigua mejor amiga, también estaba muy feliz y me lanzaba papelillo al cabello. Lo recordaba tan preciso y perfecto que sentía como me caía el papelillo encima.

— ¡Amber eres una estrella! — más papelillo me cayo en la cara — ¡Esa imbécil de Alejandra se lo merecía! ¡Creía que te ganaría! ¡ja! — sentí una mano en el hombro. Bruscamente fui volteada y el papelillo cayó de mi cabeza.

Fue como si me hubiesen golpeado con un yunque.

— ¿Estas bien Amber? ¡HOLA AHÍ DENTRO!— más papelillo me cayo en la cabeza. Camille, con la melena lisa, larga y espesamente rubia saltaba y bailaba frente a mi. Retrocedí. ¿Era un recuerdo? ¿Desde cuando los recuerdos eran tan reales?

Mama apareció tras la puerta entonces, cargada de varios helados y muy sonriente. Me le acerque, sorprendida por tener que levantar la cabeza para verla. ¿Desde cuando era tan pequeña? Recordaba exactamente lo que venia así que espere a que ocurriera. Pero no, en ese instante Mamá debía decir algo sobre Jack. Ahora, solo me miraba.

—¿Dónde está Jack? —pregunte. Las palabras salieron de mi boca sin pensar. Mamá me abrazó y sentí su perfume en la nariz. ¿Tan real podía llegar a ser un recuerdo? Ella comenzó a parlotear sobre Jack, mi mejor amigo, y sentí como la garganta se me secaba. ¿Era esto... un sueño? ¿Era realmente un sueño?

Lycans I: EclipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora