Capitulo 28

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Se había trazado una linea imaginaria en mi cabeza. Un lado enmarcaba el rostro de Cameron luego de las disculpas,  el otro ilustraba mi enojo. Se había vuelto una decisión casi imposible. De pie frente a el, vulnerable ante sus encantos y persuasiones; Yo era una presa fácil.

— Em, — Cameron parecía nervioso — ¿Vas a subir?

Trague duro, tratando de no volverme idiota, y me cruce de brazos. — Si, lo haré.

El suspiro, sus hombros se relajaron bastante. Luego se le escapo una simple sonrisa que me dio rabia. Ah, no. No iba a tenerla tan fácil.

— Que bueno, entonces vamos.

— Dije que lo haría, — murmure — Pero tengo una condición.

— ¿Qué?— su ceño se frunció. Sus lindos ojos oscuros se volvieron más pequeños mientras miraba hacia el suelo. — Ya dilo; ¿Qué quieres?

Un poni.

— Quiero una disculpa. — dije, lo más firme que pude. Cameron alzo la vista con una expresión petulante que odie.

— Acabo de disculparme.

Sonreí, — No, eso no fue una disculpa. Quiero una disculpa real. ¿Crees que te vas a salvar de ser un piojoso solo con decir «Lo siento» con cara de gato sin hogar? — Imite su cara de póker -lo mejor que pude porque era seguro de que no me saldría tan bien como a él jamás- Cameron soltó un bufido.

— ¿Qué...— le costaba hablar, parecía indignado. La chaqueta se tensó en sus anchos hombros. —...Quieres que haga?

— Que te disculpes.

— ¿Pero de que formas? ¿Quieres que me arrodille o algo? — el soltó una risa floja. Yo sonreí más anchamente. Esa es una muy buena idea. Su risa desapareció y el sacudió la cabeza de un lado a otro, apretando la mandíbula. — No, niña. No tienes tanto poder en tus manos. No vale lo sufi... ¿A dónde vas?

— ¿Yo? A mi casa, ¿Tu? A la tuya. Adiós, Cameron. Mándale saludos a Kate, — pase junto a el dándole una simple palmadita en el hombro derecho. Su rostro desconcertado fue épico. Mi amiga Camille habría estado orgullosa de mí. — Que te vaya bien y te pise un tren. Nos vemos el otro año.

Me atrapo a mitad de camino, su mano me sostuvo el antebrazo y, con cierta fuerza, tiro de mí hacia atrás. Mi pecho choco contra su brazo izquierdo y mi cadera rozo su pelvis. Yupi.

— ¿Estas de broma? — susurro, sin soltarme. Negué con la cabeza, notando el esfuerzo que hacía para no soltarme a propósito. Era más que obvio que habría preferido que volviera a casa. ¿O no? Me soltó, y antes de seguir mi camino hacia la casa lo vi arreglarse el dobladillo de la chaqueta.

— No puedo creer que esté haciendo esto. — murmuro, girándose hacia mí. No podía creerlo. Sentí que se me abría la boca. En realidad había dicho aquello porque sabía que no lo haría. Así el volverme a casa de Mehgan habría sido mucho más sencillo y fácil.

Lycans I: EclipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora