Capitulo 59

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Titulo del cap: Devastador (Aun sin Photoshop):



Habia luz, mucha luz en donde me encontraba.

 El sol estaba en su punto mas alto, rodeado de un hermoso y brillante cielo azul que bordeaba nubes blancas suaves a la vista, casi de algodón. Parpadee lentamente mientras me incorporaba, estaba en un enorme prado. Las plantas y los arboles crecían frondoso de un verde brillante, diversas y coloridas flores se entremezclaban con ellos y las copas de los arboles mas grandes daban sombra. 

  —  Te quedaste dormida. —  Di un parpadeo y sentí una mano subirme por la cadera. El calor que al inicio había sentido comenzaba a dispersarse por las ráfagas de viento fresco que azotaba el lugar.—  Oye, ¿Quieres practicar como charlamos en los jardines ayer? 

Mis ojos, perdidos entre el esplendoroso paisaje, cayeron al fin en mi acompañante. Era el, aquel hombre alto y locamente idéntico a Cameron que irrumpía mi mente cada tanto tiempo. Esta vez parecía sacado de una película medieval. Tenia un traje de armadura plateada perfecto, la visera descansaba junto a nosotros junto a una espada en su cubierta que producía brillos incandescentes a la luz del sol. 

  —  Castiel,—  casi resultaba costumbre dejarme llevar en aquellos sueños por otra persona que me controlaba. Y comenzaba a hablar como si lo conociese de toda la vida. —  Soy muy buena, hablo enserio.

El se carcajeo, achinando sus ojos y sonriendo ampliamente.

—  Eres una princesa, Margaret Ravenwood. 

Le di un golpe mínimo en el pecho:—  Da igual, no hay que ser Lycan para ser fuerte, Castiel Blackwood.

—  A que no...

  Ambos tuvimos la misma idea al mismo tiempo. Sus ojos brillaron con maldad y salte tan rápido como pude sobre mis pies, pero acababa de despertar y eso no me ayudo. Castiel sostuvo la espada tan rápido que me tambalee. —  Cuidado, princesa, no te vayas a lastim...

Con un golpe certero, el se perdió en sus palabras y patee con mi zapatilla la espada hacia el cielo, el arma filosa salio de sus manos y subió con un movimiento brusco, dio una vuelta y atrape la empuñadura con un salto antes de que llegara al suelo, al mismo tiempo la baje y la impuse contra el, quien, desconcertado, había seguido cada movimiento de la espada.

 — ¿Quien es la princesa ahora? — Pregunte con sorna. Castiel soltó un par de risas nerviosas. — ¡No te rías, guerrero, saca tu daga y defiéndete!

El hizo un movimiento rápido, pero muy rápido, casi sin moverse. Era pequeña, pero el era habil con ella y detuvo el ataque de la espada tres veces mas grande aun con una diminuta. 

Batimos unas veces mas, lance la espada contra sus piernas y el dio un salto riendo. Ambas armas colisionaron en el aire, con la misma fuerza y el mismo propósito, derribar al otro. A pesar de no poder controlar aquel cuerpo, sabia que la chica que lo hacia era diestra en el arte de la esgrima. Movía la espada con una habilidad magnifica, sin perder una postura erguida y sin mover los pies mas de lo necesario, se trataba de una posición bastante difícil para pelear, pero no parecía estarlo, en su lugar parecía muy cómoda. Por su lado, Castiel parecía sorprendido ante los golpes que daba la diminuta chica. 

Parecía todo tan feliz. 

Se expandía sin detenerse por mi cuerpo, de algún modo, encontraba las cuerdas de la felicidad y tiraba de ellas, me colgaba y columpiaba, feliz. Pero, ¿Sabia, dentro de mi, que no estaba feliz? ¿Sabia aquella chica que me controlaba lo mucho que sufría?

Lycans I: EclipsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora