Capitulo 14

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— Lamento venir así, pero encontré lo que me pediste — Al entrar en el remolque, las chicas se encuentran con una cara conocida, que según Merlina, no presentaba ningún riesgo para su secreto, Eugene — Ya me iba, solo me tomé el atrevimiento de preparar la cena, si estuvieron mucho tiempo en el bosque deben de tener hambre.

El moreno dejo dos platos sobre la mesa del comedor, y una bolsa marrón en las manos de Merlina, para luego pasar a su lado y marcharse con la caída de la noche.

Luego de cenar, y explicarle a Enid por 5ta vez que Eugene no era una amenaza para ellas, Merlina se deja caer suavemente en el sofá, luego de darse un baño y sentirse más fresca; de un momento a otro el día había acabado, y era momento de dormir, pero seguía pensando en el bosque, en su lobo, y sobre todo, en lo que este quería a cambio de curar sus heridas, volvió a mirar a Enid, que estaba entrando en la cama luego de apagar las luces, su pequeño cuerpo, su delicada piel, tan pálida, tan fácil de marcar.

Volvió su vista al techo al notar que su línea de pensamiento no la llevaría a nada bueno, ahogando ese deseo que ahora era más claro gracias al berrinche de su lobo interno, cerró sus ojos, y esperó que el aroma de Enid no la hiciera enloquecer.

Esa noche la luna estaba en su punto más alto, su brillo mantenía iluminado todo el bosque, y el interior del remolque, cuando un gemido desesperado se ahogó en aquellos labios sedientos, insaciables, disfrutando de su sabor, la menor se aferró a su espalda al sentir los movimientos acelerarse, golpeando su interior con fuerza, sacudiendo sus sentidos, perdiendose en placer, enredó sus dedos en aquel cabello azabache, deleitándose con los gruñidos extasiados de su compañera, que solo la excitaban más, ese delicioso sonido de humedad en cada penetración, su cuerpo completamente dominado por ella, no necesitaba nada más, no quería a nadie más, la quería a ella, a sus cachorros, su cuerpo, su aroma, su piel, sus labios, todo.

Lo quería todo, así que abrazó sus piernas al rededor de la cintura de aquella que la embestía sin cesar, más que segura de lo que anhelaba, y cuando aquel último beso llegó a sus labios, se corrió con el semen caliente de la Alfa dentro de ella, llenandola, abrazándose a su cuello mientras aquel beso continuaba, explorandola.

La morena se alejó un poco, dejándola con ganas de probar más, levantándose para sacar su miembro de ella, cubierto por su semilla, con una línea pegajosa unirse a su intimidad.

Esa imagen le trajo tanta felicidad, que sin notarlo comenzó a reír, inocentemente por aquello, se sentía bien, era lo mejor que podía experimentar, y no deseaba que fuera con nadie más.

— Ahora eres mía — Aquellas palabras enviaron una corriente a su vientre, fascinada por lo delicioso que se escuchaba.

— Ahora soy...tuya — Repitió en trance, moviendo su pelvis un poco, de manera seductora, para atraerla nuevamente a ella, esperando más, y al sentir su pene frotarse contra su vagina y entrar sin miramientos sentía que volvería a correrse.

Ambas despertaron de golpe, causando conmoción en el remolque, ¿Fue un sueño compartido?, se miraron mutuamente, y Enid fue la primera en apartar la mirada, su rostro ardía, completamente rojo, tirándose a la almohada para esconderlo.

Merlina por otro lado llevo su mano hasta su boca, intentando callar un poco sus jadeos, su amigo estaba más que despierto, muy duro, sentía su ropa interior húmeda en la punta, se colocó de pie y tomó las llaves, saliendo del remolque, a tomar aire.

Como si eso realmente fuera lo que ella necesitaba en ese momento.

Su cuerpo estaba caliente, le quemaba, con el sudor correr por su cuello, deseando quitarse la ropa para estar más fresca.

Al Filo De Dos Cuchillos 🖤 Wenclair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora