Capitulo 48

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Se sentía arrinconada, Merlina colocó su mano sobre su vientre, presionandola un poco, para impedir que se mueva, Enid miró cada uno de sus movimientos, con lujo de detalle, aquella que estaba frente a ella era una parte de la pelinegra que nunca había visto, algo que le causaba curiosidad.

M-mgh~ – La sintió entrar, estaba más que húmeda y lista para ella, y se resistía a caer completamente inconsciente ante su lobo, queria experimentarlo de primera mano, aferrando sus piernas en la cintura de Merlina mientras la invitaba a moverse.

Fueron movimientos lentos, cautelosos, pero le causaban un fuerte estímulo en el interior, tomó el cuello de la camisa de Merlina y tiró de ella con fuerza, rompiendo la tela y exponiendo el pecho de la morena. Sus ojos brillaban ante la palpable oscuridad, al igual que los contrarios, que en un instante revelaron lujuria, aumentando el ritmo.

¡Ahh~! – Merlina comenzó a moverse más fuerte, guiada por el deseo, y Enid se sostuvo de sus hombros para disminuir su propio balanceo.

Estaba siendo agresiva, sus gruñidos, jamás los había escuchado de ese modo, y los recordaba bien, pues eran encantadores para ella, pero estos parecían los de un animal, los colmillos de la pelinegra eran más grandes, sus ojos eclipsados por algo más, y su falta de suavidad, golpeando con fuerza en cada penetración.

..Mer~.. – La morena se inclinó, cargando todo el peso de su cuerpo encima de la rubia, Enid se aferró a su espalda, y en acto de inconsciencia arañó la piel morena con sus uñas, dejando líneas rojizas a su paso.

La sentía golpear con fuerza su interior, la delicadeza no parecía estar en su vocabulario esa noche, mientras ella luchaba por no desfallecer ante el aroma que desprendía la pelinegra y su rústico comportamiento.

Le estaba comenzando a doler, el pene de la azabache seguía creciendo en su interior, expandiendo y ajustándose nuevamente, la hizo recordar aquella noche en su remolque, la posible noche en que habían concebido a Ferlan, y si lo recordaba bien, Enid estaba en celo y acudió a Merlina para que se hiciera cargo, justo como en ese momento, la pelinegra fué muy posesiva y territorial con ella, y era un dolor que recordaba bien.

– ...Mer..espera~ – Pronunció con dificultad, abrazándola con fuerza, pues era su único punto de apoyo – Ve más.... despacio ~

Más las palabras parecían no llegar a la morena, su cuerpo seguía aumentando la temperatura mientras su aroma reclamaba el área y a Enid como su propiedad, absorta en su actividad, era incapaz de ver la incomodidad a la que estaba siendo sometida la Omega, no fué hasta que Enid tomó su rostro con ambas manos y la acercó al suyo, que Merlina fué capaz de recuperar algo de su compostura.

– ..... – Los ojos de la azabache dejaron de brillar con tanta intensidad, su mirada se apaciguó, y con aquella claridad miró confundida y con una pizca de miedo fácilmente percibido por la rubia.

– Está bien.. está bien sentirse así la primera vez – Comentó, con aquellas lágrimas recorrer sus mejillas, su aroma rodeaba a la pelinegra en un intento de brindarle control sobre si misma, y tranquilizar su pavor – Estoy aquí para ti, y no iré a ninguna parte, así que está bien.

Enid recordaba muy bien el primer celo que pasó acompañada de un dominante, debido a que fué con Merlina, y estaba tan concentrada en los mimos de la azabache que ignoraba por completo el miedo de su primera vez.

Los brazos de Enid la rodearon nuevamente, atrayendola hasta su cuerpo, sin dejar de temblar, sintió el momento en que Merlina la rodeó y se escondió en su cuello, aspirando su aroma de manera efusiva, relajándose.

La rubia acarició su cabello, ella misma estaba controlando el dolor de su celo, la falta de estímulo y el tenerla dentro era una interesante tortura, pero su lobo pedía por consolar a la Alfa, quien besó el cuello de Enid al recuperarse un poco, levantando su rostro para mirarla.

Al Filo De Dos Cuchillos 🖤 Wenclair Donde viven las historias. Descúbrelo ahora