42

371 26 2
                                    


Recuerda votar y comentar para que la historia pueda llegar a más gente.

Durante dos semanas, fui cada fin de semana a ver a Lily a la clínica, armada con un montón de cosas que sabía que le gustarían. Durante el resto de la semana la llamaba durante alguna de las horas libres de su horario de visita que Kaiden me había pegado en la nevera. Liessen ya había vuelto a abrir la tienda y, cuando no hacía ninguna de esas cosas, estaba con Kaiden.

Hablando de Kaiden...

Lo miré de arriba a abajo sin ningún disimulo mientras salía del baño, con solo una toalla rodeando su cintura. Tragué saliva, recorriendo sus marcados abdominales y sus brazos tatuados.

¿Qué calor hace de repente, no?

Se apoyó en el marco de la puerta del baño, con una sonrisa ladina dibujándose en mis labios.

—¿Quieres una foto? Siempre acabamos teniendo la misma conversación, Samantha.

¿Cómo podía hacer que mi nombre completo sonara tan sexy?

Mordí mi labio inferior.

—Por esta vez, sí, estaría bien.

—Por fin admites la verdad. Mis fotos tienen un precio.

—¿En serio? ¿Cuál? —pregunté siguiéndole el juego.

—¿Por qué no vienes aquí para que pueda explicártelo?

No necesité que me lo dijera dos veces, me bajé de la cama, que crujió con mis movimientos, y me acerqué a él, moviendo mis caderas con seducción. Coloqué una de mis manos detrás del cuello de Kaiden, obligándolo a encorvarse sobre mí, y enredé mi otra mano en su pelo negro, que goteaba sobre su frente. Me gustó lo que vi en sus ojos oscurecidos, una mezcla entre ansia y pasión.

—Así que... ¿cuál es ese pago?

Deslizó sus manos caprichosas por mi cuerpo hasta llegar a mi trasero, pegando su pelvis a la mía.

—¿Esto te da alguna pista? —murmuró con la voz ronca.

—No sé. Igual tienes que ser más directo —respondí atrayéndolo un poco más a mí.

Impulsándome con sus manos, enredé mis piernas en su cadera, sujetándome a él con fuerza. Sonrió seductor. ¿Cómo podía ser tan guapo? Caminó conmigo de espaldas hasta la cama y se dejó caer sobre ella.

Un crujido.

Un golpe sordo contra el suelo.

Y... ¿Acababa de descender medio metro?

Me incorporé, sentándome sobre Kaiden. ¿Qué coño...?

—¿La cama acaba de romperse?

Ay, dios, sí. Las piezas que unían las patas al somier se habían roto. Empecé a reírme como una desquiciada. ¿No podían haber aguantado un poco más?

—No me lo puedo creer. He vuelto a quedarme sin cama.

Hice el amago de levantarme, pero Kaiden afianzó sus manos contra mi piel.

—¿A dónde crees que vas, minion?

—En un principio a ver si mi cama tiene arreglo.

—Ah, no, de eso nada, tú y yo estábamos con algo mucho más importante.

Sin dejar de reírme, besé a Kaiden con una sonrisa en la boca.

***

—¡Vas a hacer que llegue tarde! —me quejé cuando volvió a intentar convencerme de no ir al trabajo.

A Bad Badboy || EN CORRECCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora