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—Cedo la palabra a la defensa.

No levanté la mirada de la mesa de madera astillada hasta que el sonido de sus zapatos se detuvo. Había llegado el momento de dejar de esconderme. Él ya estaba mirándome cuando alcé la mirada.

Me alegré de que la lámpara que le había roto en la cabeza hubiera conseguido dejarle una cicatriz cerca del nacimiento del pelo.

—No pienses demasiado en ello —me aconsejó Linda.

Pero cuanto menos quieres escuchar algo, más atención le prestas. Entonces, Sean empezó a hablar.

—Conocí a Samantha a través de sus padres, tenían una buena relación con los míos y, cómo teníamos una edad similar, nos presentaron. Me atrajo desde el primer momento en que la vi; era guapa, tímida, amable e incluso tenía un punto gracioso. Ella me correspondió así que empezamos a salir poco después. Sus padres y los míos estaban encantados con nuestra relación y nosotros también, así que todo el mundo estaba contento. Al principio fue maravilloso, estábamos casi siempre juntos, pero poco a poco ella fue abandonando la relación, aunque hice todo lo que estuvo en mi mano para traerla de vuelta. Siempre tenía algo mejor que hacer antes que estar conmigo. Estaba perdidamente enamorado de ella. Pero la relación se volvió tan fría que... que le fui infiel. En una sola ocasión. Pasé días arrepintiéndome. Cuando ella lo supo, me perdonó y creí que nuestra relación aún podía salvarse, que Samantha me quería tanto como yo la quería a ella. Hasta que de un momento a otro desapareció; la busqué hasta debajo de las piedras, por todas las cámaras a las que tenía acceso, hasta que la encontré. Jamás olvidaré la angustia de no saber dónde estaba o si estaba bien, la quería tanto que... Dios, estuve a punto de volverme loco. Por suerte pude localizarla. En cuanto supe que estaba saliendo con ese chico y las denuncias que tenía hice las maletas y fui allí. Intenté acercarme a ella, pero ese hombre le había llenado de mentiras y tonterías la cabeza. Creía que yo era el enemigo, cuando era él quien estaba manipulándola. Sigue haciéndolo ahora. Así que, como no podía hacerla entrar en razón, preferí poner en riesgo mi carrera y romper la ley, para asegurarme de que ese hombre no le hacía daño. Todo lo que he hecho ha sido siempre para intentar ayudarla, sí, puede que abusara de mi posición, pero fue por un buen motivo. Lamento mucho que crea que pretendía acosarla.

—Dígame, señor Orwell. ¿Por qué no le dijo a nadie dónde estaba Samantha Raid? Siendo una figura pública, mucha gente se cuestionaba donde estaba, pero usted decidió guardarse esa información.

—Lo hice porque sabía que se había ido tras discutir con sus padres. Nunca han tenido una buena relación y consideré que involucrarlos a ellos empeoraría las cosas.

—Usted tacha a Kaiden Walls de violento y peligroso, alguien que debe ser vigilado. Ha pasado mucho tiempo mirando por esas cámaras, ¿puede citarnos algún momento en el que viera a Kaiden comportarse de forma violenta con Samantha Raid?

Dijera lo que dijese, sería mentira. Sin embargo, optó por hacer algo mucho más lógico:

—No responderé a esa pregunta.

—¿Llegó a conocer en algún momento de forma personal a Kaiden Walls?

—No.

—¿Y qué puede decirnos del incidente de Fin de Año? En el vídeo de la gala a la que tanto Samantha Raid como usted asistieron se ve claramente como ella se aleja y le advierte que jamás se casará con usted. Aún y todo, después de que ella dejara claras sus intenciones, usted mantuvo la vigilancia a través de las cámaras. ¿Cómo puede explicarlo?

A Bad Badboy || EN CORRECCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora