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Me estiré en la cama vacía, adormilada, ocupando todo el espacio.

Espera.

¿Vacía?

Abrí los ojos en medio de la oscuridad, buscando a Kaiden con la mirada. Estaba sentando en el borde del colchón, atándose sus botas militares. No se había dado cuenta de que lo observaba. Encendí la luz de la mesilla; solo entonces se giró hacia mí.

Aunque Kaiden estaba completamente vestido, su camiseta estaba arrugada, tenía el pelo medio aplastado y despeinado por la almohada y miraba con una mezcla de cansancio, miedo y tristeza. Lucía nervioso y desaliñado, como si se estuviera preparando para salir corriendo.

Algo no iba bien.

Se levantó de la cama como si nada.

—Lo siento, no quería despertarte.

Su voz sonó forzada.

—¿Qué pasa, Kaiden? ¿A dónde vas? —pregunté.

Que no me mirara durante más de unos segundos solo consiguió asustarme más.

—Tengo que... tengo que irme ahora mismo, ¿vale? Es urgente. Quédate aquí.

Aparté el edredón y me levanté. No entendía nada. ¿Qué era tan importante como para que saliera corriendo en mitad de la madrugada? Su móvil sonó por una llamada mientras salía de la habitación. Fui detrás de él.

—Mamá... mamá escúchame, ¿vale? Iré allí ahora mismo. Quédate en casa. ¿Los de la clínica saben algo?¿Cuándo fue la última vez que la vieron?...¡¿Y cómo coño puede ser tan fácil salir a escondidas?! No importa. Da igual. No. Voy a salir ahora, tú habla con ellos. Encontraremos a Lily, mamá, te lo prometo. Estará bien.

Todas las alarmas se encendieron en mi cabeza cuando escuché el nombre de Lily. Kaiden había mencionado algo de la clínica... ¿ella se había ido? ¿A dónde?

—¿Lily se ha ido de la clínica de rehabilitación?

Estaba tan preocupada por ella que ni siquiera recordé que Kaiden no sabía que Lily me había contado todo eso. Se quedó mirándome, totalmente petrificado. Cuando mis ojos conectaron con los suyos me dio la sensación de que casi podía ver su cerebro trabajando como engranajes.

—¿Qué?

—¿Lily está bien? ¿Se ha escapado? Voy contigo a...

—¿Por qué coño sabes eso? —me interrumpió de forma abrupta.

Mierda. Parecía enfadado.

—Lily me contó que ella...

—¿Lo has sabido? ¿Durante todo este tiempo? ¿Y no has hecho más que verme la cara de gilipollas?

Sabía que ocultárselo no había estado del todo bien, pero su reacción me pareció desmedida. Le seguí hacia la entrada, dispuesta a acompañarle por muy enfadado que estuviera. Lily era mi mejor amiga, quería poder ayudarla.

—Voy contigo.

Kaiden me encaró mientras se ponía el abrigo.

—Es mi puta hermana, Samantha. Y me necesita. Tú no pintas nada aquí porque nos hayamos acostado un par de veces.

Sus palabras me dejaron congelada en mi sitio. Me sentía como si me hubieran disparado justo en el corazón. Ni siquiera me miró antes de salir de casa y cerrar de un portazo que hizo que temblara en mi sitio y las paredes reverberaban.

¿Qué acababa de pasar?

***

Kaiden no volvió al día siguiente, ni al próximo. Liessen me llamó diciendo que cerraría la tienda un par de días que pasaría fuera de la ciudad. Llamé a Lily varias veces, siempre me recibió el buzón; el teléfono ya no existía.

Todos habían desaparecido de un día para otro.

Era como si hubiera vuelto a empezar, con la pequeña diferencia de que Kaiden había dejado un rastro en cada sitio de mi piso. Malditas estrellas luminosas de mierda.

Maldito Kaiden. ¿Por qué tenía que hacer las cosas así?

Y se había dejado su estúpida chaqueta en mi sofá.

Hasta Elvis lo echaba de menos.

Tirada en el sofá, intentando prestarle atención al programa de cocina que estaban echando en la televisión, extendí la mano para que se posara.

—Creo que nos han pisado el corazón a las dos.

El tercer día, cuando me pareció escuchar pasos en el descansillo, corrí a mirar por la mirilla. Kaiden estaba ahí; había vuelto.

Me molestó darme cuenta de lo ilusionada que estaba cuando debía estar enfadada.

Iba vestido con la misma ropa que usaba la última vez que le había visto. Despinado y encorvado, parecía cansado. El corazón se me detuvo por unos instantes cuando se detuvo a mitad de camino entre su puerta y la mía. Lentamente se giró y, aunque había una puerta entre ambos, me dio la sensación de que podía verme. Durante unos segundos solo contempló la puerta, dudando.

Vamos Kaiden, da un par de pasos más, toca el timbre.

Suspiró negando con la cabeza y entró a su piso.

Me habría encantado decirle que esas eran sus decisiones; no las mías.

A Bad Badboy || EN CORRECCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora