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Había decenas de canciones. Todas y cada una de ellas, durante todo este tiempo, habían hablado de nosotros. En algunas incluso podía adivinar de qué momento hablaban; mientras yo creía que en aquella primera fiesta no me había dirigido más de una mirada, él había escrito al menos tres canciones sobre ese día. Unas cuantas más sobre el inicio de nuestra relación falsa, las citas y todo lo demás. En todas ellas hablaba de lo que sentía, del conflicto que arrastraba consigo.

Cada vez que se había decidido a decirme la verdad y había cambiado de opinión.

Todas las veces que se negó a sí mismo estar enamorado de mí. º

Cerré el cuaderno con los ojos humedecidos. Me preocupaba que las lágrimas pudieran estropear la tinta de las hojas. Abracé el cuaderno contra mi pecho. Kaiden había hecho todo eso. Mi Kaiden, el que había conocido durante los últimos meses.

Apreté con fuerza el cuaderno antes de levantarme y me sequé las lágrimas.

¿Qué esperaba conseguir con esto? ¿Que corriera a perdonarle?

No lo pensé dos veces, abrí la puerta y crucé el rellano. Golpeé su puerta unas cuantas veces.

—¿Samantha?

Parecía sorprendido de verme. Le enseñé la libreta.

—¿Qué haces, Kaiden?

En lugar de mirarme a mí, mantuvo la vista clavada en el cuaderno, suspendido en medio de la distancia que nos separaba. No respondió, así que volvió a hablar.

—¿Por qué... por qué me las das ahora, Kaiden? Después de todo este tiempo insistiendo en que me las enseñaras.

Se habían vuelto mi bien más preciado desde que había descubierto lo que eran. Sus ojos se oscurecieron. Me miró a los ojos por primera vez, los tenía cristalizados. Pude verme reflejada en ellos.

—Son tuyas. Las escribí para ti y se sentía incorrecto que me las quedara. Sé que no tengo derecho a pedirte que te las quedes... pero... por favor... acéptalas.

Me mordí el labio, pero ni siquiera eso pudo evitar que una lágrima se escapara de mis ojos y rodara por mi mejilla. Claro que quería quedármelas.

Esas canciones eran él. Siempre las querría conmigo.

—¿Por qué?

—Porque si alguna vez dudas de si lo que siento por ti es real, de si también mentí en eso, son la demostración de que sí lo es.

Las lágrimas empezaron a rodar sin que pudiera evitarlo; Kaiden me quería en todas sus canciones y se arrepentía de lo que estaba haciendo. Y tenía miedo, uno que yo conocía muy bien. Miré el cuaderno; la verdad.

El mismo que me había sellado los labios cada vez que había querido contarle a él la verdad sobre Sean.

—No puede enfadarme que estés asustada.

Kaiden lo había entendido por mí y me había dado la oportunidad de hacer las cosas bien. Hasta cuando creí que lo que había hecho era motivo para que se fuera.

Elevé la mirada hacia él. Entonces se me rompió el corazón.

Nunca había visto a Kaiden llorar. Tenía los ojos hinchados y las mejillas ligeramente enrojecidas mientras las lágrimas se resbalaban por sus ojos y le temblaba ligeramente el labio inferior.

—Por favor —murmuró, a medio camino entre un sollozo.

Pestañeé para intentar apartar las lágrimas.

A Bad Badboy || EN CORRECCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora