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¡Feliz Navidad a todas!
Kaiden no soltó mi mano durante todo el camino de vuelta a casa. Rebusqué en mi bolsillo y saqué la llave de mi piso para abrir la puerta. Sin embargo, un grito a mi espalda me detuvo.
—¡Samantha!
Me giré al instante en que reconocí la voz de Lily. Por un segundo, cuando la vi acercarse, creí que iba a abrazarme.
Por un segundo.
La bofetada resonó por las paredes del rellano.
¿Lily acababa de...? Acaricié mi mejilla con la mano, sin terminar de creer lo que acababa de pasar.
—¡¿En qué coño estabas pensando?! ¡¿Sabes lo preocupada qué estaba?! ¡Has sido tan... tan egoísta! —Estaba enfadada. Mucho. Entonces, reparó en la presencia de su hermano—. ¡Y TÚ ERES EL MAYOR GILI...!
Se acercó con la intención de golpearle a él también, pero Mike, que estaba detrás de ella, la agarró de la cintura antes de que pudiera intentarlo y la apartó. Ahora su furia se redirigió hacia él.
—¡MIKE SUÉLTAME AHORA MISMO! ¡ALGUIEN TIENE QUE DECIRLE A ESTOS DOS IMBÉCILES QUE SON IMBÉCILES!
El chico ni se inmutó. Es más, ni siquiera parecía costarle esfuerzo sostenerla.
—No —respondió.
—¡MIKE!
—Lily, los dos sabemos que esto es lo último que quieres hacer.
—¿¡Y QUÉ!? ¡LLEVAN UNA SEMANA SIN RESPONDER NINGUNO DE MIS MENSAJES! ¡Y SAMANTHA SE FUE ENVIANDO SOLO UN MENSAJE! ¡YO LOS MATO!
—Lily...
La miré atentamente. Me merecía el golpe; después de todo este tiempo, no le había llegado a responde a ninguno de los mensajes. No había dado señales de leerlos. Tampoco había llamado.
Solo un mensaje y después había desaparecido.
—Lo siento... —murmuré, clavando la vista al suelo.
No había sido una buena amiga. Sabía bien el miedo que sentía Lily a que la gente la abandonara, la cantidad de veces que eso se había vuelto real, y yo me había ido sin dar explicaciones. Por un segundo dejó de proferir insultos y Mike la bajó al suelo. Me mordisqueé el labio antes de seguir hablando.
—No fue justo para ti; no tenías culpa de nada.
—Creí que no ibas a volver. Todas las noticias... todos...
—Mienten. Todos mienten —afirmé.
—Lo sé. Me preocupabas tú, no lo que los demás dijeran.
—Lo siento —repetí.
—Yo también lo siento.
Esta vez, cuando se acercó a mí, nadie la detuvo. Nos abrazamos la una a la otra, con fuerza, hasta quedarnos sin aire en los pulmones, mientras ambas seguíamos murmurando disculpas.
—¿Vas a quedarte, verdad? —preguntó Lily.
—¿A dónde iba a ir, sino?
Nos separamos, con Kaiden aún ligeramente tenso detrás de mí. Mike nos miraba, aguantándose la risa con todo el disimulo que podía.
—Estáis locas —dijo, negando con la cabeza—. Estoy seguro de que hay alguna ley para esto.
—Yo creo que te inventas leyes, Mike —replicó Lily, soltándome a regañadientes. Se volvió para hablar conmigo—. Sé que me dijiste que cuidara yo de Elvis, pero Kaiden me lo robó.
—¿En serio? A mí me dijo que te había pedido que le dejaras encargarse de él.
—Si por pedir entiendes robarme las llaves de tu piso e ir a por él mientras gritaba que "El pajarraco era suyo".
Me giré a mirar a Kaiden que, con la cara roja de vergüenza, me quitó las llaves y abrió en la puerta, empujándome ligeramente para entrar. Elvis, ajeno a que ella era el tema de conversación, se lanzó al interior del piso.
—No sé de qué hablas. Vámonos, Sam, seguro que estás cansada del viaje.
Me obligó a entrar mientras me reía.
—¡¿Esto significa que por fin sois pareja?! —preguntó Lily antes de que Kaiden cerrara la puerta.
—¡Si! ¡Y no vuelvas a entrar a mi piso sin avisar!
Lily tuvo intención de decir algo más, pero su hermano cerró la puerta. Automáticamente los mensajes en mi teléfono empezaron a sonar. Miré el piso, tomando una bocanada de aire. Habían cambiado muchas cosas desde la última vez que había estado allí y sin embargo, el piso seguía tal y como lo había dejado; las agujas y los ovillos apilados de cualquier manera en la mesita de café, los cojines descolocados, el cajón de las galletas en la cocina seguía abierto y alguien había regado las plantas.
—Ahora no parará hasta tener todas las respuestas —advirtió Kaiden mientras el teléfono seguía sonando.
—¿Has estado regando mis plantas?
—Dejé a Lily a cargo cuando me fui.
Me dejé caer en el sofá, abrazando un cojín que decía "¿Qué coño miras, gilipollas". Kaiden se sentó a mi lado.
—¿Crees que ahora viene la parte bonita?
La parte en la que solo existíamos él y yo y el mundo desaparecía. La que valía la pena. Sin Sean, sin mi madre, sin secretos. Aunque supe la respuesta antes de que hablara: no.
—Con que sea real es suficiente. Pase lo que pase, nos tendremos a nosotros. ¿No es eso suficiente para ti?
—Lo es.
—Ya sabíamos que no sería fácil. Pero encontraremos la forma y mientras tanto Lily puede encargarse de insultar a todas las personas que crean a Jocelyn, Ya le han bloqueado una cuenta por las denuncias, pero se ha hecho otra.
—Está loca.
Ni siquiera quería pensar en las consecuencias de esa entrevista, en como internet ardía mientras Kaiden y yo arreglábamos lo nuestro. Toda esa gente opinando y decidiendo lo que había ocurrido...
Kaiden apoyó una de sus manos en mi rodilla, devolvíéndome a la realidad.
—¿Recuerdas lo que te dije, verdad?
—¿El qué?
—Por mucho que todos estén hablando, por mucho que digan y opinen. Tú tienes la última palabra; es tu historia, Sam.
—No sé de qué me sirve eso ahora —murmuré.
No veía una sola forma de que esa pesadilla terminara. Parecía que la única opción era esperar y rezar porque la gente lo olvidara.
Pero no parecía algo que la gente fuera a dejar pasar. Ahora todos los ojos estaban buscando a Samantha Raid.
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A Bad Badboy || EN CORRECCIÓN
RomansaSamantha ha huido de sus padres, sus amigas, su antigua vida, de sí misma y su ex novio. Sean. Pero Nebraska no puede esconderla de todo, sobre todo porque Sean es un encantador agente de policía que no entiende un no por respuesta. Así que cuando a...