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No sé cómo es la sensación de flotar en el espacio, pero estaba segura de que estar con Kaiden era algo parecido. Sobre todo cuando colaba sus manos por debajo de la tela de mi ropa, me atraía hacia él y acariciaba con sus dedos la piel desnuda de mi espalda, recorriendo lentamente mi columna.
Ninguno de los dos era capaz de dormir. Prefería quedarme ahí, tendida frente a él con su rostro a escasos centímetros del mío mientras detallaba sus ojos; podría haberlo hecho durante toda la eternidad.
—Tienes las manos heladas —murmuré.
—¿Quieres que las quite? —me picó.
—Si lo haces te patearé fuera de mi cama.
Su risa ronca hizo que la almohada vibrara ligeramente. Sonreí.
—Me echarías de menos si lo hicieras.
—Puede.
Movió su otra mano y me apartó algunos mechones de pelo de la cara. Después la dejó sobre mi mejilla.
—Pasé varios días en la clínica con Lily. Cuando volví solo podía pensar en que estabas ahí, al otro lado del descansillo, no sabes la de veces que me he quedado delante de mi puerta, dudando en ir a por ti o no.
—Te vi —admití, ligeramente avergonzada.
—¿Me viste? No sabía que eras tan cotilla.
—Yo también esperaba a que tocaras el timbre.
—Debí haberlo hecho antes.
—Me conformo con que lo hicieras y que ahora estés aquí.
Me mordisqueé el labio, dudando en si preguntar o no. No quería ser entrometida, ni hacerlo sentir incómodo. Kaiden acarició mi labio inferior con el pulgar.
—¿En qué estás pensando tanto, Sam? —preguntó. Lo miré sorprendida, ¿cómo lo había adivinado? —Te muerdes el labio siempre que estás pensativa.
—No quiero hacerte recordar nada que no quieras.
—Yo... necesito tiempo. Nunca le he hablado de ello a nadie, Sam. No me siento preparado para hablar hacerlo aún. —asentí con la cabeza, comprensiva— Pero pregúntamelo; puedo intentarlo.
Cogí aire, intentando ponerle palabra a mi pregunta.
—Has dicho que tenía un... trastorno. ¿No podía curarse? ¿O alguna medicación?
Kaiden asintió.
—No puede curarse, pero sí se medica, además de la terapia, nunca desaparece pero se supone que con el tiempo empieza a atenuarse. Él se negó a todo, y cuando no la tratas solo empeora más y más.
—Lo siento —Fue lo único que me atreví a decir.
—No tienes nada de lo que disculparte, Sam.
—Sabes que puedes venir a mi piso siempre que quieras, ¿verdad?
—Ten cuidado, si dices eso corres el riesgo de que me plante aquí todas las noches con una almohada —bromeó.
Apoyé las manos en su pecho y me acerqué aún más a él.
—No hace falta que traigas tu propia almohada —respondí.
Sus ojos brillaron con una emoción que no pude identificar justo antes de acabar con la distancia que nos separaba y besarme.
***
Si me hubieran preguntado, no esperaba que Kaiden tomara en serio mi ofrecimiento, aunque sí pensé en ello. Mucho. Liessen me llamó dos días después para que volviera al trabajo
Kaiden y yo pasamos los días que me quedaban antes de volver al trabajo encerrados en mi piso, viviendo en una especie de burbuja que ninguno de los se atrevía a romper. No hablamos más del tema, pero cuando volvíamos juntos del trabajo siempre íbamos directamente a mi piso. Hasta le había hecho un hueco en uno de mis cajones para que guardara algo de ropa. Todo volvía a la normalidad poco a poco.
Abrí los ojos desorientada en medio de la oscuridad. Kaiden se removía a mi lado en la cama y me había despertado.
—No...
Me incorporé sobre la cama cuando lo escuché hablar. Pensaba que estaba despierto, pero seguía teniendo los ojos cerrados.
—¿Kaiden? —lo llamé.
No parecía dormido, pero tampoco despierto.
—¡No! ¡No! ¡Aléjate!
Agitó los brazos como si realmente intentara apartar a alguien de él; estaba teniendo una pesadilla. Con cuidado he intentando no llevarme un golpe accidental por sus movimientos agresivos me acerqué más a él hasta. Cuando percibió mi cercanía intentó empujarme a mí.
Me confundía con lo que le estuviera atormentando.
—¡Vete! ¡Vete!
—Kaiden... —susurré con la fuerza suficiente como para que me escuchara— soy yo.
Sus movimientos se detuvieron unos segundos; me había escuchado. Pero no tardó en volver a intentar liberarse de mí. Temblaba.
—Por favor... —rogó.
Solo estaba consiguiendo asustarlo más. Solté sus muñecas y en su lugar ahuequé sus mejillas con mis manos mientras murmuraba con suavidad.
—Soy yo, Kaiden. Soy Samantha. Estás en mi piso. Estás conmigo.
Poco a poco sus movimientos fueron deteniéndose, mientras mis palabras se colaban en su subconsciente. Estaba sudando con la respiración agitada. Por un momento, cuando abrió los ojos, solo me miró desorientado, todavía estaba volviendo a la realidad.
—Soy yo. Estoy aquí —murmuré.
—Sam. —Su voz sonó como un suspiro.
Tiró de mi camiseta hacia él y me estrechó contra su cuello, escondiendo el rostro en la curva de mi cuello. Correspondí su abrazo, cerrando los ojos.
—Sam. —Volvió a llamarme.
Besó mi clavícula, dejando los labios ahí durante unos segundos.
—Estoy aquí, Kaiden. No voy a irme.
—Él ya no puede volver. Nunca.
Entonces lo entendí todo. Su padre; había soñado con él. Permanecimos en silencio no sé cuánto tiempo, abrazados, mientras su respiración volvía a tomar un ritmo normal. Sus músculos fueron destensándose uno por uno.
—¿Estás bien? —pregunté.
Kaiden asintió contra mi piel.
—Sí. Ahora sí.
No me soltó cuando volvió a tumabarse en la cama, así que me acomodé sobre su pecho mientras él peinaba mi pelo con los dedos distraídamente. Estiré el cuello para verle; Kaiden tenía la vista clavada en el techo.
—¿Quieres hablar de ello? —pregunté.
—Ya sabías que tengo insomnio —respondió.
Sí, él mismo me lo había dicho. Aunque ahora ese día me sonaba lejano.
—Si consigo dormir aparece él. Como si hubiera vuelto otra vez. Pero... desde que me quedo contigo habían desaparecido. Hasta hoy.
—Es por... ¿por lo que hablamos?
—A veces hablar sobre él atrae los recuerdos.
Asentí sobre su piel.
—No tenemos que volver a hablar de ello si no quieres.
Se inclinó ligeramente y besó mi cabeza. Fue toda la respuesta que necesité.
No volvería a tocar el tema si le hacía daño a Kaiden.
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A Bad Badboy || EN CORRECCIÓN
Storie d'amoreSamantha ha huido de sus padres, sus amigas, su antigua vida, de sí misma y su ex novio. Sean. Pero Nebraska no puede esconderla de todo, sobre todo porque Sean es un encantador agente de policía que no entiende un no por respuesta. Así que cuando a...