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El pulso me tembló cuando escribí la contraseña para entrar en mis redes sociales. No habría entrado nunca si no hubiera tenido un motivo lo suficientemente grande como para hacerlo.

Pero yo misma se lo había dicho a Kaiden: a veces hay que mirar a tus miedos a la cara.

No leí ni uno solo de los comentarios de los que se habían llenado mis fotos. Cuando las vi, me dio la sensación de que aparecía otra persona en ellas.

¿En qué momento había dejado que me convirtieran en esa chica?

No había entrado con esa intención, pero terminé por borrarlas todas; las que había hecho en promoción con las marcas, con otras personas y las que habían... retocado hasta volverme irreconocible.

Entré en la cámara, y apoyé el móvil en una pila de libros que le servían de soporte.

Arriiiiiiiibaaaaaa. Minioooon ladróoooon.

Dejé que Elvis se subiera en mi mano y le di un beso en la cabecita, acariciándole las plumas.

—Sí, Elvis, siempre hacia arriba.

Podía hacerlo. Contuve la respiración unos segundos y solté el aire lentamente. Esta era mi historia, tenía derecho a contarla.

Y había llegado la hora de hacerlo. Sean podía controlarme a mí, quitarme mi poder, pero esto no podía.

Acaricié el collar con mi nombre.

Para que no olvides que ahora eres solo tuya. Te perteneces, Samantha.

Me incliné sobre el teléfono y le di al play. Estaba en directo. Las primeras personas tardaron unos segundos en entrar.

Respiré una última vez y empecé.

—Soy Samantha Raid. Hija de Jocelyn y Robert Raid, pero creo que eso ya lo sabéis todos. Hace... —¿Cuánto tiempo llevaba en Nebraska? Me daba la sensación de que había estado ahí toda mi vida— unos cincos meses hice las maletas y me fui de casa, muy lejos de Seattle. Tenía muchos motivos para irme y mantengo todos y cada uno de ellos a día de hoy. Mi vida estaba totalmente vacía, sé que... que para todos vosotros puede ser difícil de creer, pero es muy fácil fingir que todo está bien en Internet. Y entre todo lo que estaba mal, hubo una cosa que me impulsó a dar el paso y buscar mi propio camino: Sean, el que para muchas de vosotras es el novio perfecto. En realidad nuestra relación empezó como algo planeado; su padre tiene dinero y una buena reputación, y los míos querían una oportunidad para conseguir un buen inversor. Pero estaba bien, porque creía que él me gustaba. Ahora lo miro y veo como solamente intentaba llenar los huecos vacíos de mi vida. Su comportamiento fue cambiando poco a poco, al principio protector, todo lo que me advertía que no hiciera era por mí bien. Después se volvió celoso y directamente empezó a prohibirme cosas, y al final... no sé en qué se convirtió. Rompiamos y volvíamos todo el tiempo, una y otra vez y yo sentía que estaba marchitándome, cuanta más distancia quería poner entre él y yo, más cerca estaba de mí. Se acostó con mi mejor amiga, y se lo perdoné, porque me daba tanto miedo terminar sola que habría permitido cualquier cosa. Después... empezó a saber cosas que no podía saber, detalles, conversaciones que tenía con mis amigas cuando él no estaba, cómo iba vestida días en los que no le veía. Cosas que era imposible saber si no estaba ahí. Ya sabéis que Sean es policía...

Había evitado hacerlo, pero cuando mis ojos bailaron hasta el número de espectadores, me quedé en blanco.

160.000 personas estaban escuchándome.

A Bad Badboy || EN CORRECCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora