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Lily llegó a casa hacia media tarde, cerca de las seis, acompañada de Mike. Vestía unos pantalones de chándal rosa palo y una sudadera verde claro, con la capucha casi tapándole los ojos. Entró como un fantasma, sin hablar, se encerró a toda prisa en la que supuse que era su habitación. Mike llevaba sus maletas y, con un gesto de disculpa, fue detrás de ella. Si Liessen estaba preocupada, no lo demostró. Yo estaba de los nervios y Kaiden se removió incómodo a mi lado.
—¿Está bien? —pregunté inclinándome hacia él.
Sus músculos, al igual que su mandíbula, se habían tensado.
—Está asustada.
Creí que se levantaría para ir a verla, pero no se movía del sofá. Liessen hizo lo mismo. Al final no pude aguantar más:
—¿No habría que ir a verla?
—Mike está con ella, si vamos más se pondrá nerviosa y se sentirá arrinconada y querrá salir corriendo.
—¿Ya había pasado antes?
Asintió con la cabeza.
—La primera vez que salió de la clínica después de rehabilitarse. Tiene que asimilarlo; darse cuenta de que esto no es un campo de batalla. No hay nada de lo que huir, es un lugar seguro. Ella misma saldrá cuando eso pasé, mientras tanto es mejor dejarle su espacio.
Tenía claro que mis nervios no se disiparían hasta que eso ocurriera. Aunque la seguridad de Kaiden consiguiera calmarme ligeramente. Mike bajó unos segundos después, se acercó a saludar a Liessen con un abrazo y nos dio un apretón de manos a Kaiden y a mí.
—Estará bien. Creo que lo lleva mejor que la última vez —nos afirmó a todos, aunque parecía que a él le costaba creerlo.
Parecía no haber dormido bien en varias noches y una sombra de preocupación surcaba sus ojos.
—¿Hizo ella la maleta?
La pregunta parecía bastante transcendental.
—Sí. Estaba bastante contenta hasta que hemos salido.
Kaiden asintió con la cabeza, pensativo. Liessen no dejó que el silencio se expandiera más que unos minutos.
—¡Se acabó estar tristes! ¡Es nochebuena! ¿Aún no habéis dejado los regalos debajo del árbol? ¡Y Mike tú tienes que traerme la vajilla de Navidad del garaje!
El aludido hizo un saludo militar y se levantó para ir a buscar las cosas.
—Ve subiendo a por tus regalos, tengo que hablar un segundo con mi madre —explicó Kaiden.
—Sí, claro.
El pelinegro desapareció por la puerta de la cocina y yo tomé el camino contrario hacia las escaleras. Cuando pasé frente a la puerta de la que supuse que era la habitación de Lily me detuve unos cuantos segundos más de la cuenta. No se escuchaba un solo ruido dentro. Aunque la tentación de asegurarme de que estaba bien era grande, me obligué a mí misma a seguir andando hacia nuestra habitación.
Rebusqué en el fondo de la maleta y saqué la caja envuelta en papel de regalo. A Kaiden le encantaría.
***
Poco antes de que llegara la hora de la cena, Lily salió de su habitación. En silencio, se sentó con nosotros en el salón. Nadie señaló que había aparecido, ni dijo nada. Se unió a la conversación y, unos minutos después, era como si siempre hubiera estado ahí. Liessen se había empeñado en empezar a contar anécdotas de los hermanos Walls.
No sabes lo que es la diversión hasta que has visto la cara de vergüenza de Kaiden.
—Una vez, cuando tenían seis años, se retaron a dar una vuelta a la manzana en tacones. Imagínate cuando llegué de hacer la compra y los encontré a los dos corriendo con mis tacones puestos, todo lo rápido que podían. El pobre Kaiden acabó tropezando. Pasó una semana con la nariz amoratada.
Lily lanzó un par de cacahuetes al aire y los cogió con la boca antes de hablar.
—Lo importante era que, como todos sabíamos, yo gané. Siempre gano.
Kaiden entrecerró los ojos, mirándola.
—Tengo que recordarte aquella vez que....
La rubia se levantó de golpe del sofá.
—¡Bueno creo que es hora de cenar! ¿Nadie tiene hambre?
—¿En serio, Lily? ¿Ahora quieres comer? ¿No te apetece que termine de contar la historia de cómo...?
Su hermana se lanzó contra él, tapándole la boca con ambas manos. Pero la cosa no había acabado ahí. Kaiden se calló, esperando a que Lily se apartar; no se movió un centímetro, pero sí vio las intenciones del peligro.
—KAIDEN, NO.
¿No a qué?
—KAIDEN.
No necesité ver su sonrisa maliciosa para saber que estaba ahí. Lily hizo una mueca de dolor y apartó las manos de golpe.
—¡MAMÁ KAIDEN ME HA MORDIDO!
No pude aguantarme la risa, ¿en serio le había mordido la mano? Venga ya.
Ahora tiene algo en común con Elvis.
Lily me lanzó una mirada mortífera en cuanto escuchó mi primera carcajada.
—¡No te rías! ¡Soy tu mejor amiga, protégeme de tu novio!
—¡Ella no me controla! —se quejó el aludido— ¿Quieres que te vuelva a morder?
Cuando Lily volvió a mirarme, no me quedó otra que intervenir.
—Kaiden, ¿puedes no atacar a Lily? —advertí.
Empezó a refunfuñar, levantándose del sofá.
—Traidora.
—¡El que no esté aquí en cinco segundos se queda sin puré de patata! —amenazó Liessen desde el comedor.
Mike y Lily solo necesitaron medio para salir corriendo hacia allí. Tomé una larga bocanada de aire; había llegado el momento.
Navidades de verdad, ahí voy.
Kaiden pasó un brazo por mi cintura, pegándome a su costado. Dejó un beso en mi coronilla.
—¿Estás lista? —preguntó.
Asentí con la cabeza.
—Te encantará. Solo disfruta.
La mesa estaba adornada con decoraciones navideñas. Los cinco platos vacíos esperaban alrededor del resto de platos llenos a rebosar. Liessen ya había empezado a servir raciones de comida. Mi asiento esperaba vacío junto al de Kaiden.
Me emocioné cuando vi el pavo en medio de todo.
Y aún así, no puede evitar compararlos con mis últimas navidades; en una sala llena de desconocidos, dando vueltas de un lugar a otro y cogiendo algún canapé que servía el catering. Jamás habría cambiado unas navidades típicas por algo así.
La mano de Kaiden se acomodó en mi rodilla, debajo del mantel, repartiendo caricias en círculos. Compartí una mirada cómplice con él; era su forma de apoyarme en esto.
Allí, mientras Kaiden molestaba a Lily, veía a Mike cogiendo disimuladamente más puré de patata y Liessen me explicaba cómo hacer un buen pastel de manzana, lo tuve más claro que nunca.
Eran una familia. Habían tardado años en llegar a serlo, pero era algo real. Y me habían dejado formar parte de ello.
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A Bad Badboy || EN CORRECCIÓN
Любовные романыSamantha ha huido de sus padres, sus amigas, su antigua vida, de sí misma y su ex novio. Sean. Pero Nebraska no puede esconderla de todo, sobre todo porque Sean es un encantador agente de policía que no entiende un no por respuesta. Así que cuando a...