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Creí que alejarme de él conseguiría hacer que la rabia se disipara. ¿Qué importaba si no sentía lo mismo? Solo era Kaiden, el idiota de Kaiden, pero cada vez que intentaba convencerme de ello la imagen de esa chica volvía a mi cabeza.
Una, y otra, y otra vez. Durante todo el día.
¿La habría llamado ya? ¿Se acostaría con ella? ¿Un lío de una noche? Igual lo había hecho en cuanto se había librado de mí.
Porque eso era para él: una parte del trato, algo de lo que podía librarse.
Un puto trato que no habría empezado si Sean no hubiera aparecido. Hasta ahora seguía jodiéndome la vida.
Seguro que esa chica y Kaiden estaban juntos ahora mismo. Cenando y coqueteando, divirtiéndose mientras yo me amargaba sin poder sacármelo de la cabeza.
No era justo.
Entonces lo decidí. Yo podía hacer exactamente lo mismo. Determinada, me puse el mismo vestido que había utilizado para salir aquella noche en la que todo esto había empezado, me maquillé más de lo que lo había desde que había llegado y me coloqué los zapatos más altos que tenía.
No necesitaba tener veintiuno para tomar una copa, igual que no necesitaba a Kaiden para nada. Ni a Sean, ni a nadie.
Todos los tíos que alguna vez habían estado en mi vida podían irse a tomar viento.
Pedí un taxi para entrar a la misma discoteca de la última vez. Estaba a rebosar de gente bailando al compás de la música, era imposible entrar sin que te tragaran.
Dejé que lo hiciera; que me engullera a mí a todos mis pensamientos racionales.
Por una noche quería mandarlo todo a la mierda.
Empecé a bailar tal y como Lizz me había enseñado, balanceando las caderas y moviendo los brazos y piernas al ritmo de la canción que desconocía. Mercía olvidarme de ellos por una noche.
Unas manos se colaron en mi cintura y empezaron a moverse conmigo. No las aparté, al contrario, me acerqué aún más a él.
Si Kaiden podía hacerlo yo también.
—Bailas bien...
Fingí no darme cuenta de que utilizaba la excusa de la música alta para pegarse aún más a mí. Lo escruté con la mirada; se parecía a una mezcla entre Sean y Kaiden.
Igual porqué realmente se parecía. O porque habrá pensado lo mismo de cualquier persona de la discoteca.
—Gracias.
—¿Quieres una copa?
Bingo.
Asentí con la cabeza mientras le seguía hacia la barra abarrotada de gente, aunque no tardó más de unos minutos en conseguir dos copas de algo. Me la bebí de un trago.
—Vaya, tenías sed, eh. ¿Quieres otra?
Volví a asentir.
Volvió a darme otra.
Y yo seguí asintiendo.
¿Cómo se llamaba? Tenía una sonrisa bonita... como la de...
Volví a asentir. Lo hice cada vez que corrí el riesgo de pensar en cualquiera de los dos.
Seguí bebiendo, sin apenas dejar tiempo a que el ardor en mi garganta desapareciera entre trago y trago. En algún momento había vuelto a la pista de baile entre la gente. No sabía si ponía las manos en mi cintura para acercarse más a mí o para ayudarme a mantener el equilibrio. Me daba igual.
—¿Te apetece ir a un sitio más apartado?
¿Por qué? Nos lo estábamos pasando muy bien ahí.
—¿Dónde?
—A mi piso, está cerca.
—Estoy bien aquí.
Se apartó de mí de golpe, como si acabara de decírle que me gustaba comer niños. ¿Qué hacía? No le había dicho en voz alta lo de los niños, ¿no?
—¿Estás de coña?
—¿Qué?
—Llevas toda la puta noche coqueteando conmigo. ¿Y ahora no quieres nada? ¿De qué coño vas?
¿De qué iba? Claro que no estaba coqueteando con él. O sea, tenía novio. Falso. Pero era mi novio. Tenía una seria relación falsa que mantener.
NO.
¿Le había sido infiel a Kaiden?
Nooooooooooooooooooo.
No.
Él lo había hecho primero por guardar el número de esa chica.
Kaiden.
¿Por qué no podía ser él quien estuviera ahí conmigo? Era todo culpa suya. Me confundía, me hacía sentir bien y luego aceptaba ese maldito teléfono.
Idiota. Idiota. Idiota. ¡Encima había vuelto a pensar en él!
—Yo respeto mi relación, ¿sabes? —dije, inclinándome hacía él. Esos tacones me hacía balancearme peligrosamente— Aunque sea falsa. ¡Pero no pasa nada! Porque es lo más cerca que estaré nunca de que salgamos, ¿vale? Así que a mí me sirve.
—¿Qué coño me estás contando?
—¿Eh?
¿Había dicho todo eso en voz alta?
—Yo me largo.
Se fue. ¡Se había ido por culpa de Kaiden!
¿¡Por qué siempre tenía que aparecer para joderlo todo!?
Le odiaba. Le odiaba muchísimo y a Sean también. Ellos tenía la culpa de todo.
Uy, ¿y si estaba ahí? Si veía que estaba sola seguro que aparecería. Igual hasta estaba ya de camino. Levanté los brazos y saqué el dedo anular por encima de la multitud.
—¡QUE TE JODAN SEAN! ¡ERES LO PEOR QUE ME HA PASADO EN LA VIDA! —grité a todo pulmón.
Esperaba que lo hubiera escuchado.
Misión cumplida. Hora de volver a casa antes de que aparezca por ahí.
Salí de la discoteca dando brinquitos mientras me tambaleaba de un lado a otro y empujaba a la gente. Hasta creo que insulté a unos cuantos por el camino.
Tenía que llamar un taxi. Saqué el móvil del mini bolso y busqué el número entre los contactos. Me cogió al segundo tono.
—Hola... eeeehhhh —¿para qué había llamado? Ah sí...— taxi.
—¿Qué?
—Necesito un taxi, en la puerta del... espere —me giré para leer el letrero de la discoteca— del Neon Ocean. ¿Puede venir rápido? Hace un frío de muerte y vio en tirantes.
Me froté el brazo con la mano que tenía libre, intentando entrar en calor mientras me sentaba en el bordillo de la acera.
—¿Sam? ¿Eres tú?
—¿Cómo sabe mi nombre? ¿Sabe que existen algo llamado protección de datos? Da muy mal rollo haciendo eso...
—¿Estás borracha? Soy Kaiden.
¿Kaiden? ¿Mi Kaiden?
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A Bad Badboy || EN CORRECCIÓN
RomansSamantha ha huido de sus padres, sus amigas, su antigua vida, de sí misma y su ex novio. Sean. Pero Nebraska no puede esconderla de todo, sobre todo porque Sean es un encantador agente de policía que no entiende un no por respuesta. Así que cuando a...