Capítulo 35: Huyamos

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Jamas habia tantos celos como los que estaba sintiendo ahora mismo. Sentía asco, rabia y despreció al ver al albino sonreírle felizmente a aquel desgraciado italiano.

Le daba rabia cada vez que el italiano se acercaba al oído de su Gael y le susurraba cosas al oído, cosas que provocaban la hermosa risa del albino o sus encantadoras y seductoras sonrisas.

Emiliano sostuvo la mano de su pareja por debajo de la mesa, mientras mantenía una charla con los hermanos de este. Por otro lado, Gael mantenía su cabeza apoyada en el hombro del Italiano. Aquel acto había sorprendido a la familia, pues, no lo habían visto ser tan cariñoso con alguien, pero en cierta manera les alegraba que el joven conociera a alguién, aun sabiendo que ese alguien era otro alfa y que ninguno podría dar descendencia, a menos que adoptarán, pero eso traería controversias.

— Iré al baño — susurro Gael en el oído de su pareja y Emiliano asintió, antes de depositar un beso en la mano del albino.

Gael se puso de pie y dejó un beso en los labios de su pareja.

Gael fue hacia el baño, y cuando término, mojó su cara y su cuello. Tenía calor, mucho calor, él estaba seguro de que se había sobrepasado con la bebida. Solo esperaba que no le doliera la cabeza y que tampoco hiciera el ridículo lo último que quería era avergonzar a su madre.

Al salir del baño, el alfa llevó una mano a su pecho por el susto al ver a la repentina persona que se encontraba esperándolo en el pasillo de brazos cruzados.

— Por todos los dioses, Roan. ¿Que carajos haces aquí?

— ¿Ya le abríste las piernas? — Aquello lo descontento.

— ¿Que has dicho? — pregunto.

— ¿No es eso lo que has hecho? Estoy seguro que le abriste las piernas, tu.... — el sonoro sonido de una bofetada resonó por el vacío pasillo.

— Eres un maldito imbécil — bramo el albino antes de seguir su camino.

— Y tu pareces una puta — al oir aquello Gael paro en seco. — ¿Tenías tantas ganas de abrirle las piernas a alguien que te entregaste al lider de la mafia italiana? — Gael lo miro.

— A quien le abra las piernas no es tu problema — mascullo entre dientes.

Cuando Gael intento irse, Roan se apresuró a jalarlo del brazo y lo estampo contra la pared del pasillo. El albino soltó un quejido de dolor, sus heridas aún no habían sanado del todo.

— ¿Que estas haciendo? — pregunto intentando zafarse de su agarre.

— Demostrando que aún me amas.

Roan comenzo a besar el cuello del albino. Gael intento darle un golpe en la entrepierna pero el alfa rápidamente la sostuvo, y comenzó a acariciarla.

— Sueltame desgraciado. — ordenó forcejeando en un intento de librarse del rubió.

— Eres mío... — jadeo el alfa y mordió el cuello del albino haciendo que este suelte un quejido de dolor.

El alfa comenzo a tocar el cuerpo del albino, mientras besaba sus labios. No quería corresponderle, ni siquiera quería que lo tocará. Fue solo en un abrir y cerrar de ojos, cuando sintió que Roan era apartado de su lado de una manera brutal. Al abrirlos vio como Emiliano tenía a Roan contra la pared dándole puñetazos sin parar.

— ¡Detente! — grito Gael acercándose hacia su pareja

— ¡Te tocó! ¡El desgraciado te tocó! — grito con rabia Emiliano golpeando aun más a Roan.

— Él es mío — escupió Roan, lo que provocó más al italiano.

— ¡Emiliano detente! — el italiano se detuvo y miro al albino, los ojos del albino estaban cubiertos de lágrimas.

Un Voto De Honor Y Sangre | Duologia Dulce Condena #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora