Aleksander se terminó de preparar, poniéndose el chaleco antibalas,ajustando el cinturón de su traje y revisando el cargador de su pistola. Estaba a minutos de ir hacia Moscú y enfrentarse a la orden rusa.
Antes de irse, el alfa agarro su teléfono e hizo una llamada. A los tres tonos, fue atendido y la voz de su madre se oyó del otro lado.
— Hola, mi niño
— Hola, madre.
— ¿Está todo bien, cariño?
— Si yo...— el alfa guardo silencio.
¿Cómo le decía a su madre que la estaba llamando para despedirse, porque tal vez, no regrese?
— ¿Aleksander? ¿Sigues ahí...?
— Madre, gracias. — hubo un momento de silencio del otro lado de la línea. — Mis hijos...
— Ellos te esperan. — interrumpió la mujer. — Y sea lo que sea que este sucediendo, recuerda que los tienes a ellos, que te necesitan, y que cada dia Cassandra y Aleksei te esperan en las escaleras de la casa por miedo a que no vuelvas.
El albino sabía que su madre tenía razón. Todos los días, cuando llegaba tarde, encontraba a ambos niños recostados en las escaleras con las cabezas apoyadas sobre la pared y juntas. Otras veces, seguía en el mismo lugar, y al verlo entrar a la casa sonreían o soltaban un suspiro, como si en ese momento pudieran estar tranquilos.
Sus hijos los necesitaban. Y ni hablar de los mellizos. Era por ellos cuatro que se esforzaría para regresar.
— Llegaré tarde a cenar.
— Bien. Le diré a los niños que llegarás tarde.
— Gracias... Y mamá.
— ¿Que sucede cachorro?
— Te quiero. — declaro el alfa.
— Yo también, mi niño. — Aleksander sonrió — Nos vemos luego.
— Mhm.
La llamada se cortó. Y el albino alejo el teléfono de su oído para dejarlo sobre el escritorio. Soltó un suspiro y termino de prepararse.
A los minutos, Gael y emiliano entraron a la oficina, ambos preparados y armados.
— ¿Todo listo? — preguntó Aleksander, mirando a su hermano y cuñado.
— Listo — respondió Gael, asintiendo.
— Vamos a darles el infierno que se merecen — añadió Emiliano, con una sonrisa, y los hermanos Romanov asintieron.
Salieron de la oficina y se unieron a los otros alfas que los esperaban en el vestíbulo de la base. La mafia italiana, la mafia alemana, la mafia española y otras organizaciones criminales habían enviado a sus mejores hombres para esta operación.
— Recuerden, en cuanto entremos, mantenemos el control. No dejaremos que nos intimiden, debemos cuidarnos las espaldas en todo momento — dijo Aleksander, mirando a los líderes con seriedad.
— Estamos contigo, Romanov — respondió Francisco y Aleksander le agradeció.
Todos los alfas salieron de la base, y se subieron a sus respectivos coches, eran más de diez coches negros.
El convoy de coches oscuros se dirigió hacia el corazón de Moscú, donde la Orden Rusa tenía su cuartel general. Dos hombres vestidos de conserjes ya se habían infiltrado en el edificio horas antes, llevando con ellos las bombas que serían colocadas estratégicamente tanto dentro como alrededor del edificio.
ESTÁS LEYENDO
Un Voto De Honor Y Sangre | Duologia Dulce Condena #1
RomanceSus familias se odian desde siempre. Incluso ellos debian odiarse por los problemas del pasado, pero cuando un operativo sale mal, Vlad Románov y Victoria Ivanov, llegan a un acuerdo. En un intento de unir ambas mafias y familias, ambos líderes, co...