Capítulo 59: Deuda saldada

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Había razones por las cuales la orden rusa era una de las organizaciones más temida de Rusia; las influencias, sus miembros y sus reglas, pero sobretodo sus castigos y métodos de tortura que aplicaban en los culpables.

Por fuera, nadie podía creer que dentro de aquel edificio que parece común y corriente, existía una puerta que te conducía a un túnel que llevaba a un lugar desagradable.

No obstante, hacia falta sólo entrar en el túnel para ser testigo de los gritos y súplicas desgarradoras de las personas que yacían allí.

Y una de esas personas, era Jayden Borges. Aquel omega de ojo verdes cual esmeralda, y cabello castaño y rizado. Eran sus gritos de dolor los que se oían, solo sus gritos eran lo que se oían.

¿Pero como no hacerlo? Si al pobre lo tenían amarrado a varas de acero resistente. Mientras sus dedos eran presionados con pinsas hasta sacar sangre, sus piernas golpeadas con heridas sangrantes, casi podría decirse que estaban rotas, más doloroso debía ser al estar arrodillado en pedazos de vidrio partido, golpes y moretones en la cara y cuerpo, sangre por doquier, y ni hablar de las heridas en la espalda del joven omega, heridas de latigazos.

Cualquiera que lo mirara ya no reconocería al omega alegre y vivo de antes, al contrario, era otra persona, casi imposible de reconocer.

- Señor Borges, usted puede ser fuerte, pero sus piernas no. - Jayden abrió sus ojos con dificultad intentando ver con claridad a las dos personas frente a él a pesar de la sangre en sus ojos. - Si sigue actuando de esta manera sus piernas se romperán, al igual que sus dedos.

Jayden apretó la mandíbula fuertemente cuando uno de los betas hizo presión en una de las pinzas que había en sus dedos, partiendo su uña provocando sangre. Al mismo tiempo que otro le daba latigazos en la espaldas, fue imposible soportar el dolor y no soltar gritos.

- La...familia Romanov...no es culpable- repite el omega.

Los betas estaban hartos de oír aquello. Esas palabras eran las únicas que habían salido de la boca del omega, pero de alguna manera era sorprendente, ya que las únicas oraciones que decía el omega eran; La familia Romanov no es culpable, ellos son inocentes, no cometieron errores.

- Es suficiente - habló uno de los betas - Escuchar la jodida oración toda la mañana me ha cansado - ante eso el beta agarro el látigo y comenzó a golpearlo.

Jayden mordió su labio hasta provocarse sangre, podía sentir el sabor metálico pero no le importaba. Apesar del dolor miro hacia el reloj de aquel horrible lugar, solo debía soportar una hora, solo una hora más y su familia viviría en paz.

No iba a rendirse. No iba a hacerlo, no después de todo lo que pasó. Solo quería volver a su hogar, quería resguardarse en los brazos de su esposo, sentir su aroma, aquel aroma que le daba paz. Deseaba escuchar la voz de sus hijos, sentir los abrazos de Aleksei y escucharlo llamarlo mamá, quería escuchar a su hija hablarle sobre Matthew, escuchar como Aleksander se ponía celoso, quería sentir los besos en la mejilla de su hija.

Quería a su familia. Quería estar con ellos.

No tiene idea de cuanto tiempo paso, ni siquiera sentía su cuerpo, ya no existía el dolor, al menos él no lo sentía.

- Suficiente - Falcón entro a la habitación - El castigo ha sido realizado, desatenlo y llevenselo de aquí.

- Es difícil de asesinar..- El alfa asintió.

- Lo es. Sorprendentemente sobrevivió a esto. Envíen a tres hombres, que lo lleven de regreso.

Falcón miro al omega. Y negó levemente.

Un Voto De Honor Y Sangre | Duologia Dulce Condena #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora