La platinada abrió sus ojos al sentir un calor sobre su rostro. Se estiró en la cama y extendió su mano a su lado, se incorporó rápidamente al ver ese lugar vacío.
La sensación de miedo apareció en su pecho. Temía que Ares la haya abandonado, no quería estar sola, no de nuevo.
Se levantó de la cama con rapidez y sin importarle si estaba descalza o no, bajo las escaleras. Su corazón latió con rapidez al no ver a Ares en el salón.
Mordió su labio, sus ojos se llenaron de lágrimas.
¿Él la había vuelto a abandonar?
— Despertaste — Alyra se giró rápidamente al oír aquella voz.
Ares estaba saliendo de la cocina con una taza de café. Sin previo aviso, la joven corrió hacia el alfa, aferrándose a él. Ares la sostuvo con un brazo, al mismo tiempo que intentaba que el café no se volcara.
— Aly...
— Pensé que me habías dejado sola. Pensé que me habías abandonado — Ares dejó un beso sobre la cabellera platinada de su amada.
— Ya te dejé una vez, hermosa. No lo volveré a hacer. — Ares acarició el largo cabello de la albina.
Alyra se separó del alfa y este dejó un beso sobre su frente.
— Iba a llevarte el desayuno a la cama — confesó Ares mientras caminaba hacia la cocina — Pero ahora que estás despierta, podemos desayunar juntos, ¿Te gustaría? — Alyra asintió.
— Me gustaría desayunar conmigo. — afirmó la albina.
La mirada de la joven se desvió hacia el reloj en la pared de la cocina. Aún era temprano, debería volver por la tarde a la mansión si no quería preocupar a su familia. Ella había salido sin avisar, solo diciendo que iría a caminar.
Seguramente la estaban buscando.
Ares depósito un tazón de frutas, cuatro tostadas con mermelada, una tasa de café, y dos panecillos dulces enfrente de la joven.
— No soy bueno cocinando, pero algo es algo — Alyra le sonrió. El alfa tomó asiento enfrente de su niña y comenzaron a desayunar.
La mañana se pasó rápido, entre risas y charlas banales. Alyra no había reído tanto en mucho tiempo, mucho menos sonreído. Las pocas veces que lo había hecho, habían sido al ver a su familia o en el nacimiento de su sobrino.
Vivir en la mansión Ivanov era un infierno. Un infierno viviente del cual ya estaba acostumbrada.
— Princesa — Alyra lo miro. — ¿Estás bien? Te quedaste en silencio de repente — ella asintió y le dio una pequeña sonrisa.
— Debo regresar en unas horas. Mi familia me debe estar buscando. Dije que saldría a caminar, no que pasaría la noche contigo. — El sonrió y acarició la mejilla de la platinada con dulzura.
— Te acompañaré — Alyra asintió.
Cuando terminaron de desayunar, ambos levantaron las cosas que utilizaron al desayunar. Ares se ofreció a lavar los trastes, así que la albina aprovechó para ir a la sala de estar.
Había una gran ventana en la sala de estar, Alyra se paró frente a ella y sonrió al ver la nieve caer. El invierno, era una de sus estaciones favoritas. Disfrutaba ver como la nieve caía lentamente y cubría el vasto césped.
Sintió unos brazos abrazarla por detrás, ella al principio se alarmó, pero cuando sintió el suave beso sobre su cabeza, tuvo la certeza de que estaría segura.
ESTÁS LEYENDO
Un Voto De Honor Y Sangre | Duologia Dulce Condena #1
RomantizmSus familias se odian desde siempre. Incluso ellos debian odiarse por los problemas del pasado, pero cuando un operativo sale mal, Vlad Románov y Victoria Ivanov, llegan a un acuerdo. En un intento de unir ambas mafias y familias, ambos líderes, co...