Capitulo 75: Tu no fuiste el único

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Un mes.

Ese había sido el tiempo transcurrido desde que llegaron los mellizos, desde que las cosas iban de mal en peor.

Emma se había recuperado rápidamente, ella y Ethan permanecían con Cassandra y Aleksei, los niños eran muy sobreprotectores con sus hermanos. Además, Cassandra se había vuelto apegada a Ethan, y Aleksei a Emma.

La mayor seguía a sus hermanos a todos lados, no los dejaba solos en ningún momento.

Solamente se apartaba por un momento cuando Alyra llegaba con el pequeño Dante, o cuando Alice los cuidaba mientras Cassandra debía entrenar.

Justo como lo estaba haciendo en esos momentos.

— ¡Joder! — Demian soltó un quejido cuando la castaña lo derribó. — Es solo entrenamiento, bruja.

— Por eso mismo. — Cassandra le proporcionó un puñetazo, pero Demian lo esquivó al voltear el rostro e incorporándose rápidamente.

— ¿Qué te sucede, bruja? — inquirió Demian poniéndose en posición.

— Nada. — el pelinegro blanqueó los ojos.

— Mentirosa.

— Idiota. — Demian sonrió y la tomó de los brazos, golpeando su pie izquierdo y haciéndola caer.

Demian retrocedió, a lo que la castaña se reincorporó volviendo a su posición.

— Otra vez. — ordenó Cassandra.

Demian lanzó un golpe que ella esquivó fácilmente, contraatacando con una patada baja que el pelinegro bloqueó a duras penas.

— Estás más agresiva de lo usual. — comentó Demian mientras esquivaba otro golpe de Cassandra.

— ¿Así lo crees? — replicó ella, lanzando una serie de puñetazos y patadas que obligaron a Demian a retroceder.

— Definitivamente. — dijo él, atrapando uno de sus puños y girándola para inmovilizarla. — Algo te preocupa.

— Es mi padre. — dijo finalmente, tratando de liberarse.

— ¿Qué sucede con tu padre? — cuestionó el pelinegro, esquivando uno de los golpes de la ojimiel.

— Apenas y lo vemos. Ya casi no llega a dormir. — Demián la tomó del brazo, acercándola a él. Cassandra se volteó y le proporcionó un codazo en el pecho, pero el pelinegro no la soltó; al contrario, la tiró al suelo.

Ella respiraba agitadamente. Demian soltó un suspiro al ver que la castaña no estaba realmente enfocada y se acercó a la castaña, extendiendo su mano.

— Creo que por hoy es suficiente. — habló el pelinegro, y Cassandra asintió, tomando la mano del alemán y poniéndose de pie.

— ¿Volverás mañana? — preguntó Cassandra comenzando a caminar. Demian se encogió de hombros.

— Tal vez, no lo sé... — murmuró — No quiero abusar de la generosidad de tu familia.

— Vienes a mi casa desde hace cinco meses. Creo que nos hemos acostumbrado a tu presencia. — Demian asintió.

— ¿Qué harás con tu padre? — Cassandra se encogió de hombros. — ¿Hablarás con él?

Un Voto De Honor Y Sangre | Duologia Dulce Condena #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora