11- Distraído

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Barcelona

Pasados los días, Leire estaba en New York visitando a su hermana ya que tenía una noticia que darle a ella y a su madre. Estuvo todas las navidades e iba a estar las dos primeras semanas de clase fuera, mientras tanto, Adrián estaba en clase, sentado y aburrido, viendo a la nada pensando en todo.


- Adrián. Adrián.- gritó la profesora cansada de que el chico no le hiciera caso.

- ¿Qué?- preguntó volviendo en sí.

- Te estoy preguntando si hiciste los deberes que mandé la semana pasada.- le repitió.

- Perdón Olga.- se disculpó a la profesora de catalán.

- Contéstame. ¿Los has hecho?

- No, se me han olvidado.

- Ya van dos veces, Adri. A la próxima te tendré que poner un cero en el trabajo de casa.

- Vale, perdón.

- Bueno, sigamos con la clase...- suspiró viendo su libro de texto.


Cuando el timbre sonó, todos se pudieron ir a casa. El hijo del sevillano estaba saliendo por la puerta, pero alguien le frenó.


- Adrián, ¿puedo hablar contigo un momento?

- Claro, profe. ¿Qué pasa?

- ¿Qué te está pasando? Llevas 2 semanas que me preocupa tu comportamiento en clase. No haces los deberes, cuando te pregunto algo del temario no me sabes contestar, ya no te presentas voluntario para salir a la pizarra...

- Es que no puedo con las muletas.- se intentó exculpar.

- Adri, no soy tonta. Llevas 3 meses en muletas y nunca te han impedido salir a la pizarra.

- Es que... Últimamente estoy muy cansado.

- Pues duerme más, porque a este ritmo se me va a hacer muy complicado aprobarte este semestre.

- ¿Cómo?

- Suspendiste el último examen.

- ¿El de la semana pasada?

- Sí, sacaste un 4,5.

- Eso es imposible.

- Míralo por tí mismo.- sacó el examen de su carpeta y se lo mostró.- ¿Me crees ahora?

- Me lo sabía todo.

- Mira, no sé si es porque llevas 2 semanas sin Leire en clase y no tienes con quién competir o es verdad que estás cansado, pero ponte las pilas.- volvió a meter el examen donde estaba.- Sé que podrás subir esa nota. Confío en tí. Y si tienes dudas pregunta en clase, ¿vale?

- Vale.- suspiró.

- Bueno, te dejo marchar. Adiós, Adri.- se despidió la profesora.

- Gracias, adiós.


De camino al coche el chico se quedó pensando en lo que le había dicho su profesora.

Una vez dentro se sentó en el asiento de atrás para poder estirar la pierna.


- Hola hijo.- le saludó su padre.

- Hola.- dijo pensativo.

- ¿Qué tal todo?

- He suspendido el examen de catalán.- contestó mirando a un punto fijo sin creérselo.

El padre de mi hijo- Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora