Capítulo 45

44 11 0
                                    

Lunes, 12 de diciembre.


-Buenos días alumnos. ¿Habéis traído vuestros diagnósticos?-.

-Sí. Mrs. Colleman- decimos todos a coro. A veces parecemos más una clase de primaria que unos universitarios de primer curso.

-Pues vamos allá. Ronda rápida- esto significa que uno a uno vamos exponiendo nuestras conclusiones y las cinco mejores suben un punto en el ranking, el cual se tendrá en cuenta a la hora del examen del semestre. Es algo extraño, lo sé, pero no soy yo la que pone las normas en la clase y admito que es una forma algo rara de enseñar, pero muy fácil y efectiva para aprender.

Por fin. Las clases han terminado por hoy. La jornada se me estaba haciendo eterna y supongo que no asistir a la facultad en la última semana tiene la culpa de que me parezca que mientras estoy en clase no pasa el tiempo.

-Hasta mañana Alice-.

-Ciao Caroline-.

-¿Mañana vienes verdad?-.

-Claro- me levanta el dedo pulgar de su mano derecha para hacerme saber que la parece apropiado. Cuando esta mañana me ha visto no ha hecho falta que yo la relatara lo ocurrido, ella ya lo sabía todo. Simplemente se ha limitado a abrazarme y decirme que todo va a seguir bien. Supongo que al pasar tanto tiempo juntas nos entendemos muy bien entre nosotras.

Ando hacia el coche. Llevo sin dirigirle la mirada todo el día. No soy capaz de pararme a observar sus grandes ojos marrones después de probar sus labios y pasar la noche con él. Supongo que tengo miedo a perderme en ellos, en su mirada. Abro la puerta para pasar al interior donde él espera con las manos sobre el volante, sonriente como siempre.

El trayecto es silencioso. Nunca nos había pasado esto, siempre sacamos cualquier tema de conversación de donde sea, pero hoy es diferente y creo que ambos sabemos el porqué de esto.

-¿Por qué ni me miras Alice?- dice antes de que pueda cerrar la puerta para dirigirme a casa.

-Lo siento. Pero no soy yo, es mi subconsciente-.

-¿Es por el beso?-.

-Creo que sí- se me enrojecen las mejillas.

-¿En serio?-.

-Sí, no sé- me encojo de hombros.

-Por eso no te preocupes, te oí decir el nombre de Louis. Son cosas que pasan, anécdotas para recordar y reírnos dentro de unos años-.

-Me dejas más tranquila-.

-Te preocupas demasiado por todo-.

-Ya...-.

-¿Somos amigos no? Yo no sentí nada-.

-No, ni yo tampoco - o eso creo porque si no mi cabeza no estaría tan descolocada.

Pongo la mesa mientras Ash acaba de preparar la comida. Nos sentamos a disfrutar de unas típicas fish and chips inglesas mientras mantenemos una conversación poco fluida, más de lo que me gustaría. A ambas nos cuesta pronunciar palabra. No entiendo por qué, aunque tengo una teoría y es que a cada una se nos remueven demasiadas cosas por nuestras mentes pensantes que funcionan sin descanso. Por la mía Louis, Albert, Eric, en fin, lo mismo de los últimos días. Y por la de Ash supongo que se paseará la causa por la que todos los días de repente desaparece sin avisar o con aviso, pero si dar ni la mínima información de a dónde va, no sé, creo que tenemos la suficiente confianza como para que me cuente que es lo que está pasando. Es más, la estoy dejando mi casa y ayudándola con todo el asunto de su hija. ¿Y me lo paga así? Pues no me parece justo, tanto, que hasta he llegado a plantearme el decirla que se busque otro sitio en el que quedarse. Porque si no es capaz de decirme por qué desaparece, yo tampoco creo que sea capaz de vivir con alguien que no confía en mí.

Caprichoso destino I: ¿Quién eres? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora