Capítulo 40

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Jueves, 1 de diciembre.


Sus labios rozan los míos sin ni siquiera pedir permiso antes. El sabor de su boca es dulce, una mezcla entre fruta fresca y menta. Nuestras lenguas se encuentran y juguetean, besa de miedo. Su mano aparece bajo mis vaqueros y las mías sobre su pecho cubiertas por una fina camiseta, pero hay un problema. Estamos en medio del parque y no es demasiado apropiado que nos vean aquí así.

-¡Para, para!-.

-¿Por qué? ¿No te gusta?-.

-Sí, pero nos va a ver todo el mundo- me coge de la mano y me levanta del banco. Anda demasiado rápido mientras tira de mí, que le sigo como puedo. -¿Dónde vamos?-.

-Tranquila, aquí no estamos a la vista de nadie- acabamos la caminata que no ha durado más que dos minutos en un lugar del parque que ni siquiera conocía. Justo al otro lado del lago, sin luz y con una amplia explanada de hierba donde él se sienta y yo hago lo mismo sobre sus caderas. El jugueteo sigue hasta que mi camiseta sube al cuello y acaba dejando descubierto mi cuerpo. Noto el frío sobre mi piel, pero cuando posa sus manos sobre mis caderas todo desaparece, una de ellas pasa a mayores y entra bajo mi ropa interior, un escalofrío recorre mi cuerpo y me enciende definitivamente. Desabrocha mis pantalones y yo bajo los suyos como puedo.

-¿Qué tal he estado? - se pasa la mano por el cabello con la intención de peinarse.

-Eso no se pregunta-.

-¿Y tu novio? -.

-Él no tiene porqué saber nada de esto, Albert-.

Llega diciembre y con él el frío helador del invierno invade las calles de Londres. Me pongo el abrigo y las botas para salir a coger el autobús, me da la sensación que mi bandolera hoy me pesa más que cualquier día de esta semana, pero miremos el lado bueno, ya solo me quedan unos días para tener vacaciones.

-Buenos días Caroline-.

-Buenos días. ¿Has preparado la tarea de Colleman?-.

-Claro, no quiero que me pase lo del martes pasado, que vergüenza- no hice la tarea y justo me preguntó a mí la primera como haría la terapia a un adicto a las drogas, suelo ser creativa, pero ese día estaba demasiado dormida y mi cerebro no funcionaba. -¿Y Thomas? -.

-Me ha dejado en la facultad y se ha ido, tenía una exposición que hacer- Caroline estudia la misma carrera que yo. El primer día no la distinguía, era una desconocida más para mí, pero al segundo día me saludó y sabía perfectamente de quien se trataba. A partir de ahí seguimos hablando, me llevo muy bien con ella y con Thomas que estudia veterinaria al otro lado de la universidad.

Por fin acaba el día, ha sido un jueves agotador. Y para rematarnos la señorita Colleman ha mandado demasiada tarea para el lunes, hemos tenido que comer el pésimo menú de la cafetería ya que teníamos la última clase después de comer y Albert ha llamado diciendo que estaba enfermo así que ha sido Thomas quien me ha traído a casa. A partir del día que quedamos Albert y yo para tomar algo y me llevó a casa, algo sucedió, no sé exactamente el qué, pero algo salió de mí e hizo que confiara más en él. Ahora me acerca a casa cada día en su BMW e incluso los jueves que acabo un par de horas más tarde que él, me espera para llevarme, es un chico que a primera impresión parece poco agradable, pero cuando le conoces es adorable.

-Ya estoy en casa- entro por la puerta.

-¿Qué tal la universidad?- Ash gira la cabeza después de darle un bocado a una onza de chocolate.

-Bueno, podría haber estado mejor. ¿Tú qué tal?-.

-La pastelería ha estado hasta arriba, hemos servido muchos desayunos y en el obrador hemos tenido que ir muy rápido-.

Caprichoso destino I: ¿Quién eres? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora