Capítulo 8

444 37 0
                                    

Jueves, 10 de julio.


La alarma me despierta. En una hora he quedado con el chico del gorro. Y, curiosamente esta noche he soñado con él. Ha sido algo extraño, el chico no aparecía a la hora acordada y luego venía a buscarme a casa, algo completamente irreal e imposible porque no sabe donde vivo, pero lo realmente curioso de todo el sueño es que el chico no tenía rostro.

Al levantarme de la cama he recordado el momento en el que chocamos sin saber muy bien si ese momento formaba parte del sueño o realmente había ocurrido. Miro por encima de la mesita de noche y al no ver mi reproductor confirmo que se trata de un echo real.

Me arreglo un poco el pelo frente al espejo, ando hasta la nevera para sacar un batido de vainilla y un par de galletas. Me lo tomo sentada frente a la barra americana antes de acercarme a abrir las cortinas del ventanal y poder ver la elegancia e inmensidad que posee Londres.

Abro una de las secciones de la ventana, cojo una gran bocanada de aire fresco, me siento en el poyete. Enciendo el portátil que está sobre mis rodillas y pongo algo de música que ya resuena por toda la casa, mi tono se ajusta al de la voz femenina que canta. La verdad es que me encanta el canto, sé tocar la guitarra y compongo, pero nunca lo he manifestado ante nadie que se encuentre fuera del círculo familiar o de amistades.

Después de cantar una de mis canciones favoritas a pleno pulmón y bailotear pegando brincos por toda la casa me visto al ver que la hora casi ha llegado y yo sigo en pijama. Opto por una camisa en tono salmón de manga francesa, unos pantalones cortos blancos, un collar discreto y unas sandalias elevadas a juego con la camisa. En comparación con otras mujeres soy alta, pero me gusta serlo un poco más.

Después de maquillarme cojo un bolso, las gafas de sol y bajo velozmente al portal.

Esta mañana no está Eric al servicio de la comunidad , si no una señora algo mayor que ya he visto antes, y que, a decir verdad, se caracteriza por su antipatía.

Ando hasta el parque mientras miro el reloj para comprobar que no llego tarde. Allí mismo, en uno de los bancos que rodean el lago está esperando el chico del gorro con una bolsa entre las manos.

Me quedo parada observando sorprendida como una niña se acerca a él casi llorando, esta se hace una foto con él después de abrazarlo y decirle algo que no llego a escuchar. No tengo ni idea de por qué pasa esto, es todo demasiado raro.

Cuando por fin me armo de valor, respiro hondo y me acerco a él.

-¡Hola!- saludo simpática.-¿Tienes lo mío?-.

-¡Ni que vendiera droga!- no puedo evitar reírme al darme cuenta de que tiene razón. -¿Podemos ir a algún sitio un poco más discreto?-.

-¡Que más dá donde estemos! Yo solo quiero lo que me debes-.

-Si no vienes conmigo, no te lo vas a llevar- alargo la mano rápidamente para coger la bolsa esperando que no se haya dado cuenta de mi movimiento, pero él es más rápido que yo y la aparta dejándola detrás de su espalda haciendo que no llegue a ella.

-¿Eres idiota o qué? ¡Dámelo y ya te dejo en paz!- está comenzando a hacerme enfadar.

-Ya te he dicho que tienes que hacer para que te lo dé- se encoje de hombros.

-Está bien. Pero que conste que solo lo hago por lo que me pertenece-.

Caprichoso destino I: ¿Quién eres? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora