Capítulo 47

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Lunes, 19 de diciembre.


Empieza otro día más de universidad, pero este es diferente. Es el último lunes de clases que tendré este año.

Después de lo ocurrido el pasado sábado, vuelvo a sonreír al despertarme. Algo sigue fallando en mi vida, pero la reconciliación con mi amiga me ha levantado el ánimo.

Ayer pasamos el día solas las dos como hacíamos al principio de nuestra amistad, hablando, riendo, compartiendo momentos entre amigas. Tomamos helado, palomitas, vimos películas... Fue un día genial después del bache que he pasado y en el que aún sigo hundida sin poder salir. Aunque parece que poco a poco ese bache se va llenando y vuelvo a poner los pies sobre la superficie.

Bajo del autobús y me dirijo a mi facultad. Se me hace extraño que Albert no me reciba, pero hoy tenía cita con el dentista y ya no va a pasarse por aquí en todo el día. Todo está cubierto de nieve por la nevada de esta misma noche. No tardo en encontrarme con Caroline que me estrecha entre sus brazos después de un fin de semana sin vernos las caras. Está entusiasmada, mañana empiezan las vacaciones de navidad. Su chico la ha invitado a pasar parte de las navidades en Canadá, yo también estaría eufórica.

Oigo el tictac del reloj a cada segundo que ocupa la última clase. Estoy sentada en la butaca que da a la ventana y por lo menos me entretengo viendo como los copos cuajan en el asfalto del exterior tapando las huellas que los alumnos han dejado en la hora de descanso. El señor Mc Gregory es el típico profesor que te hace quedarte dormido sobre la mesa, con el que tomas apuntes por hacer algo y a la mínima aprovechas cualquier distracción para evadirte de sus palabras. Y pensar que todavía me quedan cuarenta minutos de escuchar sus explicaciones.

-¡Bonito dibujo!- susurra Carol dándome un par de codazos.

-Gracias- me río en silencio mirando el garabato que luce mi hoja a cuadros tapando un párrafo de mis apuntes.

-¿Qué se supone qué es?-.

-Ni yo lo sé. Échale imaginación- ella se ríe pasa sí misma. Mientras, yo sigo esbozando líneas sin sentido alguno. En un giro del profesor reviso mi móvil. No hay nada más que un mensaje de buenos días de Albert y una foto con la cita de la revisión con ecografía que Ash tiene esta tarde. Contesto a ambos y vuelvo a mirar al frente con la esperanza de que el aburrimiento no acabe conmigo antes de los diez últimos minutos de clase.

Cojo el autobús de vuelta a casa. Tengo una sensación rara en el cuerpo, pero dejo que pase desapercibida mientras le echo el ojo a un libro. Mi parada no tarda en llegar. Me echo la bandolera al hombro y voy hacia mi portal. 6me encuentro a Eric en el lugar arreglando el ascensor.

-¿No funciona?-.

-¡Hombre Alice! No, no funciona-.

-Me toca subir escaleras entonces-.

-Va a ser que sí- sonríe. -¿Qué tal ha ido la universidad hoy?-.

-Bien, como siempre- me encojo de hombros.

-Me alegro-.

-Bueno me voy que no me encuentro muy bien- no sé que me ha pasado en el viaje de vuelta, pero es como si mi cabeza ya no pudiera pensar más, ha estallado, se han desencajado los engranajes y ha comenzado a echar humo.

-¿Quieres que te acompañe?-.

-No hace falta. Pero gracias de todas formas-.

Me dispongo a subir. No sé cómo ocurre, pero me parece que las escaleras se mueven. Pongo un pie y después el otro cuando la vista se me nubla y siento como me desplomo sobre el suelo.

Caprichoso destino I: ¿Quién eres? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora