Capítulo 5

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Me pongo unos vaqueros demasiado oscuros a estrenar con las rodillas abiertas, una camiseta granate estampada en un dibujo azteca, por encima de esta una camisa vaquera con aspecto desgastado y unos botines para terminar. Creo que nunca me he arreglado para salir con un chico a dar un simple paseo. Claro que me gusta arreglarme, pero hoy es un momento para ir informal.

Pienso en la cena. ¿Dónde habrá pensado llevarme? He accedido a que él me sorprenda. No es que Eric me guste ni mucho menos, eso sería de locos. Acabo de conocerle, pero me inspira la suficiente confianza para hacerlo. De todas formas en cierto modo he sido yo la que le ha propuesto salir.

La tarde al completo ha sido un poco aburrida. El servicio de mudanzas intercontinentales ha traído algunas de mis cosas metidas en cajas. He tenido que ordenarlo y después poner un poco la casa a punto. También han traído la compra, he podido llenar la despensa y la nevera además de desplegar un cargamento de productos capilares, cremas... En fin, todo ese tipo de cosas en el cuarto de baño.
El resto del tiempo ha consistido en relajarme. Para ello me he sentado en el puf despreocupada para escuchar algo de música y continuar leyendo la novela que encontré en aquel comercio del aeropuerto. Antes de empezar a prepararme para la salida.

Suena el timbre, me sobresalto dando un pequeño brinco y me aproximo para abrir la puerta.

-Pasa Eric, en cinco minutos estoy- pronuncio al verle. Que vergüenza, no me gusta llegar tarde a mis encuentros, pero no tengo otro remedio, siempre acabo haciéndolo.

Corro despavorida hasta el baño, me cepillo un poco el pelo, al mirar el espejo me fijo en lo largo que lo tengo y las ondulaciones que dibuja mi cuidada melena. Para terminar, maquillo levemente mi rostro y me coloco el cuello de la camisa. Estoy lista.
Cuando salgo de nuevo hacia el salón veo que Eric está sentado en el sofá mirando atentamente la pantalla luminosa de su smartphone. Me paro a mirarlo. Es un chico guapo, la ropa le hace destacar sus virtudes y delinear su cuerpo comparado a como le hace ver su uniforme de trabajo. Lleva una camisa de cuadros en colores verdes y azules combinados, unos pantalones vaqueros simples, unos zapatos de vestir y desprende un agradable olor a perfume masculino.

-¿Nos vamos?- me sitúo detrás del sofá.

-Sí. Vayámonos- se levanta de un salto. Yo cojo mi bolso y salimos del edificio.

Hemos dado un largo paseo por la ciudad. Hemos andado varios kilómetros, me ha enseñado las líneas de metro y autobús para que pueda moverme a donde necesite sin problemas. También hemos aprovechado el paseo para que él pudiera enseñarme algún que otro rincón escondido de la metrópolis. Además de todo eso ahora estamos en la zona más turística de Londres. A cada paso que doy no dejo de sorprenderme, cada vista que observo frente a mí no deja de parecerme un lugar genial del que no me quiero alejar.

Eric mira el reloj, me frena en seco en plena calle y se para a pensar, por los gestos de su cara parece que está contando en su mente o algo parecido. Cuando me quiero dar cuenta está tirando de mí hasta la otra acera para ir en sentido contrario . No digo una sola palabra y de su boca solo sale un "llegamos tarde" que me hace pensar en que nos hemos pasado la hora de la cena. Unos metros más adelante entramos en un restaurante con un aire lujoso y modernista que lo hace especial. Al principio me siento alagada de que mi nuevo amigo se haya preocupado en ser tan caballero conmigo, pero transcurridos un par de minutos me paro a pensar en que un trabajo como el suyo no le permite el desahogo de darse el capricho de invitar a alguien que casi no conoce a una cena así.

-Tenemos reserva de una mesa para dos a nombre de Eric Maxwell- Eric se dirige al maestro de sala.

-Sí. Aquí está su reserva. Síganme- el hombre coge un par de cartas y nos dirige a una mesa situada justo en el centro del local. Nos entrega las cartas y nos desea una buena cena.

-¿Cómo has conseguido mesa aquí? Es un lugar muy solicitado- digo al leerlo en la carta además de fijarme en los altos precios.

-Sí, es uno de los mejores restaurantes de la ciudad- se frota el mentón. -La reserva me la ha conseguido el cocinero, es amigo mío, no podía llevar a una chica como tú a un lugar sin categoría- se me sonrojan las mejillas involuntariamente. ¿Me está piropeando? No entiendo nada, supongo que lo hará en el ámbito de la amistad.

-En realidad soy muy sencilla- me río.

-Te conozco poco, pero sé que esa precisamente no es la palabra que te define-.

 Al rato vienen a tomar nota. No sé muy bien que pedir así que me decido por algo sencillo para probar diferentes platos, el menú degustación. Eric acaba apostando por lo mismo que yo.

No pasa mucho tiempo hasta que traen el primero de los platos que viene seguido de otros tres más y un par de postres. Probamos  bocado a bocado nuevos sabores, unos intensos, otros suaves, ácidos, agrios y dulces mientras charlamos de manera animada entre nosotros.  La verdad que para lo poco que conozco a Eric me parece un chico genial, abierto y simpático. Más bien parece como si nos conociésemos de toda la vida.

Cuando llega la media noche salimos de allí para volver a casa.

-Eric no hacía falta que me invitaras. ¿Quieres que vayamos a tomar algo? Invito yo- nunca me había llamado mucho la atención eso de ir a tomar unas copas a un bar, siempre había sido más de quedarme en casa o ir a hacer alguna otra actividad. Claro que lo había echo antes y me había gustado, pero con los amigos con los que salía en mi ciudad natal no era nuestro plan de cada fin de semana. Quizá es que al empezar una nueva vida también estoy empezando a liberarme, a ser quien soy en realidad.

-Era lo menos que podía hacer. ¿No? Estamos en mi ciudad- hace una leve pausa. - Sí. Me parece buena idea eso de ir a tomar algo, sígueme, iremos a un buen local- comienza a avanzar y yo sigo sus pasos.

La noche transcurre entre risas, copas y algún que otro baile que han servido para hacer crecer la confianza entre nosotros y conseguir que Eric y yo nos hayamos comenzado a convertir en buenos amigos.


Caprichoso destino I: ¿Quién eres? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora