Capítulo 48

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Martes, 20 de diciembre.


Último día de clases del año. Hoy he optado por dejar todas mis confusiones atrás, por no pensar en nada. He decidido dejarle al destino que elija por mí que rumbo seguir y así poder disfrutar de los días que me quedan antes de que me tenga que meter a estudiar apuntes en una habitación sin ver la luz.

Doy un trago a mi café humeante mientras respiro el aire fresco del amanecer con el ventanal abierto de par en par. Hoy me he despertado antes de la hora, y me ha parecido buena idea relajarme un poco admirando la inmensidad de esta ciudad desde donde me encuentro. Me evado de la realidad por un momento hasta que la alarma que hace sonar mi smartphone me devuelve a ella. Apago el sonido rápidamente esperando no haber despertado a mi amiga y voy en busca de mi ropa. Elijo vaqueros largos, ni demasiado claros ni demasiado oscuros, camisa verde agua que meto debajo de estos y sello con un cinturón a la cintura, chaqueta de lana marrón y botines con algo de tacón cubano a juego. Me pinto con algo de lápiz de ojos como todos los días de diario y un poco de rímel para camuflar mis pestañas rubias. Suelto mi pelo, pero es un verdadero horror, no tiene nada de forma, está como chafado. Me lo cojo y lo suelto con frustración un par de veces mientras resoplo sin saber muy bien que hacer hasta que encuentro la respuesta, una trenza de raíz con un par de horquillas y laca para que no se desmorone. Paso un mechón por encima de los demás una y otra vez hasta obtener el resultado que quiero y lo ato con una fina goma para que pase desapercibida ante los ojos de cualquiera, no me gustan las típicas chicas que van por la calle con una goma que abulta más que la propia trenza.

Doy un bocado a una galleta mientras echo un vistazo a mi teléfono.

-Alice, hoy te recojo y vamos juntos a clase. ¿Te apetece?- es un mensaje de Albert con el que me sale una sonrisa involuntaria al pasear la vista por las letras.

-Claro, ya estaba a punto de bajar a coger el autobús, pero me apetece más tu idea- escribo en menos de un segundo.

-Pues baja que ya estoy aquí- leo de nuevo.

Me miro al espejo antes de coger mi abrigo y la bandolera. Bajo las escaleras a toda velocidad y ahí está él en el BMW de su padre con los warning puestos esperándome, mirando al frente y sin percatarse de que estoy mirándole desde la puerta del edificio sin saber exactamente lo que siento por él y sobretodo sin saber cómo voy a explicarle por qué casi lo beso en la tarde de ayer.

-¿Qué miras tan embobado?- digo animada al abrir la puerta del vehículo para ocupar el lugar del copiloto.

-Nada, solo pienso. Buenos días-.

-Buenos días- algo le pasa, no es el chico alegre de todos los días. -¿Te ocurre algo?-.

-No. ¿Por qué?-.

-No sé, te noto raro-.

-Pues no me pasa nada-.

-Si no te pasara nada como dices, no estarías así-.

-Déjalo Alice, no me pasa nada- no entiendo el tono que pone en esta última frase. Primero me escribe cariñoso y viene a recogerme, y ahora parece que estemos enfadados. Arranca el coche, comenzamos a recorrer el camino que lleva a la universidad.

-¿Es por lo de ayer?-.

-¿El qué?-.

-Tu estado de ánimo. Ya sabes... Por el casi beso-.

-No-.

-¿Entonces? No entiendo nada Albert-.

-Bueno sí, es por el beso o casi beso como quieras llamarlo-.

Caprichoso destino I: ¿Quién eres? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora