Capítulo 16

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Sábado, 19 de julio.


Me despierto con el sabor de su saliva aún en mi boca. Abro los ojos y sonrío. Estoy feliz. Ayer fue una noche inolvidable sin duda.

¿Cómo lo pasaría Ash? Ni idea, más tarde la llamaré para contarla todo lo ocurrido y espero que por su parte ella haga lo mismo.

El beso robado de Louis hacia mí me ha hecho pensar que él me gusta. Pero, ¿y si eso no es así? ¿Y si solo soy un rollo de un par de noches y luego quedamos simplemente como amigos? Y lo más importante, ¿qué pasa si acabo enamorándome y luego todo esto se queda en nada? No estoy dispuesta a que me vuelvan a engañar y que vuelvan a jugar conmigo así que supongo que lo mejor es dejar pasar el tiempo y que el destino sea quien elija.

-Buenos días. Perdone, ¿en que piso vive Alice Green? -.

- Ático A- le suena la cara del chico que ha preguntado. Claro es él, da con su identidad tras un par de segundos, quien no le conozca debe de estar muy alejado de la actualidad musical. -Permítame la indiscreción, ¿usted qué hace aquí?- ve peligrar sus objetivos.

-Soy un amigo suyo-.

-No sabía que Alice tuviese amigos tan famosos- está resentido, lo revisa con la mirada de la cabeza a los pies. -Por cierto, ten cuidado con Alice. Tiene novio- necesitaba decir exactamente esas palabras, no va a dejar que nadie le quite a la chica que le gusta tan fácilmente.

-Gracias por la información- dice el otro chico antes de que se cierren las puertas del ascensor.

Suena el timbre. Me peino un poco el pelo con la mano y me coloco el pijama antes de ir a abrir, ya está bien de que el personal del correos londinense se piense que no hago nada más que dormir.

Al abrir la puerta veo que es Louis el que está al otro lado e impulsivamente cierro rápido.

-Espera un momento- alzo la voz. Corro despavorida al armario, rápidamente me enfundo unos vaqueros, la primera camiseta que encuentro, me hago una coleta a toda prisa y vuelvo a abrir la puerta para recibir al chico.

-Hola Alice- sube las cejas y se acaricia el mentón.

- Hola- no puedo evitar reírme.

-¿Qué ha sido eso?-.

-Estaba en pijama y despeinada, no quería que me vieras así-.

-Seguro que estabas preciosa- ya empieza con sus halagos.

-Sí, seguro. Anda pasa- le acompaño al sofá y me cruzo a la cocina. -¿Has desayunado?- hablo desde la barra americana.

-Sí-.

-¿Quieres tomar algo?- digo con toda naturalidad, como si le conociera desde siempre, como si lo de ayer no hubiera ocurrido. Ni yo misma me reconozco, en una situación normal para mí me hubiera sentado junto a él y le hubiera preguntado por sus intenciones conmigo además de cuestionarme cómo ha llegado hasta aquí.

-No. Gracias- me encojo de hombros, doy media vuelta sobre mi misma para abrir la nevera, coger un batido y ponerme de puntillas para alcanzar en el armario las barritas de cereales del estante de arriba.

-¿Qué te pareció la sorpresa?- pronuncia cuando me siento a su lado.

-¿Qué sorpresa?- digo antes de darle un bocado a mi snack.

-El sobre. Ayer se me olvidó preguntarte. He venido para eso-.

-Pues no lo he abierto- me tapo la boca al darme cuenta. Sin dejar que hable más me levanto corriendo, hurgo en la mochila y lo saco. -Aquí lo tengo- recupero la respiración al volver a sentarme junto a él.

Caprichoso destino I: ¿Quién eres? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora