Capítulo 50

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Jueves, 22 de diciembre.


Casi tengo el equipaje hecho. Un par de pantalones más y listo. No tengo que llevarme muchas cosas ya que en casa dejé algo de ropa y la mayoría mis cosas de aseo están allí porque al llegar aquí lo compré todo nuevo. Me parecía un gasto innecesario pagar para trasladarlo cuando aquí lo tenían también.

Son las siete de la mañana, aún es de noche y mis ojos se cierran al pensar que me he tenido que levantar a las cinco de la madrugada para tener todo listo para el viaje. Con los ojos cerrados disfruto de un par de minutos de tranquilidad, pero enseguida los abro, tengo que vestirme y peinarme si no quiero perder el vuelo. No voy ni mucho menos a arreglarme, me lavo la cara y me hago un moño con el pelo. Después me dirijo a mi armario y saco unos vaqueros largos oscuros, una camiseta de tirantes y un jersey. Me visto y busco en el zapatero, las tengo, mis New Balance granates, van perfectas con lo que llevo puesto.

Ayer acabé por mandarle un mensaje a Louis para decirle que iríamos juntos al aeropuerto. All fin y al cabo nos esperan diez horas de vuelo más las de aeropuerto y todos los días que vamos a pasar en Los Ángeles, así que, qué más da un poco más.

Cuando me avisa de que está aquí, bajo por el ascensor. En el portal está la última persona a la que querría ver ahora mismo, no cruzamos ni la mirada, simplemente hay indiferencia entre nosotros.

-¿Qué tal has pasado la noche? ¿Has soñado conmigo? -.

-Creído- digo entre dientes.

-¿Qué?-.

-Nada, nada. La noche bien, ¿y tú?-.

-Yo si he soñado contigo, y ese sueño me va a venir muy bien para estos días-.

Facturamos las maletas, pasamos los controles y esperamos dando una vuelta por el Duty Free del aeropuerto. Hay un montón de cosas, es como un supermercado, pero todo es demasiado caro y de todas formas no iba a comprar nada. Llevo recuerdos de Londres a mi familia y algo de comida que no se vende por allí, no necesito más.

Nos llaman para embarcar. Subimos al avión y buscamos nuestros asientos. Louis me deja la ventanilla, y aunque son filas de tres butacas no tenemos compañero de vuelo. Nos sentamos, abrochamos los cinturones para despegar y justo cuando estamos surcando los cielos caigo rendida sin ni siquiera darme cuenta.

Me despierto sobresaltada. Miro a derecha e izquierda ubicando mi situación, pero me falta alguien. Louis no está. No me lo puedo creer. ¿Sigo soñando? Me pellizco el brazo un par de veces para darme cuenta que no y pienso que quizá esté en el baño. No creo que se haya tirado del avión a esta altura y mucho menos en medio del océano.

Me descalzo para estar más a gusto. Miro mi reloj todavía ajustado a la hora londinense, es la una de la tarde, he estado dormida casi cuatro horas. Subo la que se puede considerar como persiana de la ventanilla y me fijo en las nubes, parecen de algodón de azúcar. Me quedo embobada un momento pero el clic de una cámara capturando el momento me saca de mis pensamientos.

-¡No me hagas fotos!- me giro al oír el clásico ruido de una cámara al capturar una imagen. Louis ha traído consigo una cámara réflex, lleva desde que bajamos del coche en el aeropuerto haciendo fotos, dice que quiere capturar cada momento de este viaje.

-Es que estabas muy guapa mirando por la ventana. Bueno, y durmiendo-.

-Es un paisaje digno de ver. ¡Espera! ¿Me has hecho fotos mientras dormía?-.

-¿Estás deseando que llegue la hora de que sean Los Ángeles lo que estemos sobrevolando verdad?- desvía el tema.

-Sí. Echo de menos mi ciudad-.

Caprichoso destino I: ¿Quién eres? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora