Capítulo 61

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Martes, 10 de enero.


Me remango el jersey blanco de Adidas y me anudo los cordones de mis Superstars antes de salir por la puerta. Hoy algo me dice que va a ser un buen día, me he levantado con ánimo, aunque Louis esté molesto por lo que pasó hace un par de noches, creo que tengo el arma para solucionarlo todo entre nosotros.

Subo al autobús para dirigirme a mi destino más habitual estos últimos días, el hospital general de Londres. Llevo la música puesta a todo volumen en mis auriculares, canto en mi mente al ritmo de una canción animada mientras las paradas y las calles de la línea se van quedando atrás.

Entro a ver a mi primer amigo, Albert, en unos minutos pasará el doctor a contarme como han ido los resultados de las pruebas que le hicieron la semana pasada, solo espero que las palabras del doctor sean las que llevan toda la noche atormentando mi cabeza. Es martes, hoy me toca a mí visitarlo como la mayoría de los días entre semana ya que Carol y Thomas están en la universidad. Ya estamos todos más asentados a la vez que organizados con este tema, aun así, cada día nos pasamos a ver a Albert aunque solo sean unas horas un par de veces al día. Verle solo tras el accidente me afectó mucho y me agobié demasiado, no quería dejarlo solo ni el más mínimo segundo, pero al irse amontonando mis problemas y el repentino crecimiento de mi estrés, he decidido que es el momento de relajarse un poco. Él está bajo el cuidado de un personal cualificado, no voy a dejar de venir a verlo ni mucho menos, pero también tengo que centrarme en superar las contrariedades acontecidas y encaminar mi vida de nuevo.

Leo la última línea del capítulo cuarenta y uno del libro con el que nos entretenemos por ahora Albert y yo, aunque la única voz de la sala sea la mía, sé que él también colabora en la lectura. Pongo el marca páginas en el lugar adecuado, y, justo en el momento que cierro las hojas del libro, el doctor entra por la puerta del box con el informe entre las manos.

-Buenos días doctor-.

-Buenos días-.

-Creo que traigo buenas noticias- en ese momento no puedo esconder mi sonrisa.-Vamos a ver- ojea los papeles que lleva. -Estoy en lo cierto. Las pruebas han dado negativo en cuanto al riesgo y vamos a subir a este chico a planta de momento. De todos modos, si surgiera algún problema volveríamos a trasladarlo aquí. Pero por el momento parece que va mejorando-.

-¿De verdad?- me cuestiono incrédula en voz alta.

-Claro. Después de comer subirán a Albert a la tercera planta. Estará en una habitación individual controlado y ayudado por las máquinas-.

-Gracias doctor-.

-A más de uno le gustaría tener una novia como tú que se preocupara tanto por su chico en estos momentos. Espero que solo tengan que darle buenas noticias a partir de ahora. Encantado de conocerla- me quedo un poco inquieta, no es mi novio, pero no voy a complicar más las cosas.

-Espero que así sea- nos estrechamos las manos.

Firmo los papeles que autorEthan a Albert a subir a planta con vigilancia y asistencia en todo momento y lo dejo al cuidado del personal hasta dentro de tres de días que vuelva a verle. Sí, voy a estar sin verlo porque mañana es el último día de Louis en la ciudad, y pasado mañana voy a acompañarlo al aeropuerto así que no podré pasarme por aquí aunque quiera.

Ya en el pasillo de maternidad voy camino de mi segundo objetivo, Ash. Me asomo a su habitación y al no verla en el interior me figuro su posición y me dirijo hacia allí. Efectivamente estoy en lo cierto, me doy cuenta en el momento en que la veo con Ethan sobre su pecho con una tímida lágrima cayendo por su rostro. La saludo. Me cuenta que es lo que la pasa, teme por su pequeño, que aunque por el momento evoluciona con normalidad en su corta y prematura vida, no es un niño normal en ciertos aspectos. Saco del bolso lo que me había pedido, la manta que le compramos en aquella tarde de compras, menos mal que era blanca y no en tonos rosas o con motivos de niña como todo lo demás, que, por cierto ya he tenido que ir a devolver y que ahora tiene colores azules y neutros, menos mal que tampoco se nos fue de las manos la compra.

Caprichoso destino I: ¿Quién eres? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora