Capítulo 53

36 8 0
                                    

Domingo, 25 de diciembre.


Comienza un nuevo día. Por fin es navidad.

Ayer cuando volvimos, la oscuridad ya se había apoderado del paisaje. Al entrar por la puerta ya se podía percibir un olor a pavo recién hecho que llegaba desde la cocina y mientras mis padres ultimaban los detalles para la cena ya preparados, los cuatro más jóvenes de la casa nos arreglamos para la velada.

Después de una ducha, me puse un vestido azul marino por encima de las rodillas, de mangas largas y tronco de encaje, pero con el pecho opaco con una capa superior de este último y falda lisa con vuelo. Me enfundé unos zapatos de tacón marrón chocolate con plataforma que me elevaban más o menos unos veinte centímetros. El pelo lo sequé, marqué unos rizos con las tenacillas y acabé con una capa sutil de maquillaje en el rostro. Louis por su parte llevó un traje negro con camisa azul cielo y corbata azul marino a conjunto con mi vestido que cogimos prestada del armario de mi padre.

La noche siguió con unas fotos realizadas antes de cenar por Henry, el fotógrafo que cada año nos hace una pequeña sesión fotográfica navideña antes de la cena de nochebuena, pero que este año tiene dos nuevas incorporaciones, Mia y Louis.

Más tarde, disfrutamos de la cena tradicional americana en familia. Para culminar la noche, Louis tomó las riendas del piano y entonamos algún que otro villancico a la luz que desprenden las bombillitas de colores que adornan el árbol de navidad.

Bajo las escaleras. A mi recuerdo llega la imagen de hace unos años cuando mi hermano y yo, en pijama y aún medio dormidos, nos peleábamos por llegar al árbol en primer lugar mientras bajábamos estas mismas escaleras a toda velocidad emocionados por ver que había dejado Santa en el salón después de haber despertado a gritos a nuestros padres. Ahora las cosas han cambiado, desayunamos chocolate caliente en familia y después empieza la repartición de regalos. Nos sentamos alrededor del árbol con las preciosas vistas de este con las luces en marcha y de fondo la chimenea con nuestros calcetines repletos de dulces y snacks salados.

Mi hermano, Mia y Louis ya han abierto sus regalos. Ahora es mi turno. Recibo un abrigo, ropa, tres libros, unas zapatillas, un par de botines y una pulsera de oro rosa. Abro el último regalo que lleva mi nombre. Es una cartulina doblada, la desdoblo y leo: "Vale por un objeto que está en proceso de fabricación". No sé muy bien de que va todo esto, miro a los que me rodean y mientras todos se muestran incrédulos Louis se ríe. ¡Ya sé quién es el autor!

-¿Y esto?-

-Cuando esté acabado, Santa te lo traerá-.

Lo dejo pasar aunque en mi interior la intriga me hace ser impaciente y quiero saber ya de que se trata.

Ya todos hemos abierto nuestros paquetes, pero aún queda algo que sacan mis padres a su espalda. Mi padre le entrega una cajita a mi hermano y a Mia, en su interior contiene un paseo en barco para los dos esta misma tarde. Y en el caso de Louis y yo misma, es mi madre quien nos da la misma caja, pero no tiene el mismo contenido, nuestro regalo son un par de entradas para pasar el día en Disneyland.

-Pero hoy no podemos ir, es navidad- Louis me observa incrédulo, parece que quiera evitarlo justo cuando hemos vuelto a recomponer la pareja.

-Sí podéis, si no, no os las hubiéramos comprado para hoy- mi padre me interrumpe.

-Pero hoy hay que pasar el día en familia- protesto.

-Este regalo es una manera de que podáis fortalecer vuestra relación Alice- esta vez habla mi madre.

-Ya pero...-.

-No hay peros- interviene ella de nuevo.

-No os lo toméis a mal, no es que no quiera ir, es que vivo todo el año alejada de vosotros y los pocos días que tengo para estar aquí quiero tener vuestra compañía-.

Caprichoso destino I: ¿Quién eres? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora