Capítulo 15

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Viernes, 18 de julio.


Llevo un par de días yendo a correr por las mañanas con Louis al parque donde sufrimos el incidente. La verdad es que no suelo hacer deporte, no es algo que me apasione. Únicamente lo practicaba cuando me sentía deportista y salía a correr por el paseo marítimo de Santa Mónica. Pero el running matutino tampoco está tan mal, además eso de ir con un chico guapo que te haga reír ameniza el ejercicio. Y que un montón de chicas te miren ha pasado de ser algo inquietante e incómodo a ser  divertido. Las habrá que sentirán envidia, pero es un poco raro que por haber salido en la tele local ya lo idolatren.

Ato los cordones de mis zapatillas. Voy al espejo a hacerme una coleta, el color de mi pelo combina perfectamente con el de mi calzado.

Me miro un par de veces más al espejo antes de coger una botella de agua fría de la nevera, una barrita energética y disponerme a salir.

Como ya es rutina, aunque lleve poco tiempo siguiéndola, comienzo a andar y cuando llego a la puerta central del parque ahí está él con su look deportivo esperándome. Me mira de arriba a abajo, nos saludamos. Él se agacha, miro hacia mis pies y me doy cuenta de que el dichoso cordón izquierdo se ha desatado y es él quien está terminando de apretar el lazo para ajustar mis Nike.

-¡Vamos Alice un poco más deprisa!- él  mira hacia atrás. Acelero un poco y me pongo a su altura.

-Lo siento. Hoy estoy un poco dormida- ambos reímos mientras damos rápidas zancadas.

Cuando nos recorremos el camino de tierra que da la vuelta completa al parque y ya hemos recuperado andando unos cinco minutos a las orillas del lago, nos sentamos en un banco.

-¿Sabías que hasta así desaliñada y sudada estás guapa?- las mejillas me arden.

-No digas tonterías-  jugueteo con un mechón de pelo y me lo paso por detrás de la oreja. Louis hurga en su mochila y saca un sobre para después entregármelo.

-No lo abras hasta que no llegues a casa- asiento con la cabeza. No sé a que viene otro regalo, pero tampoco es cuestión de rechazarlo. Además si es tan bueno y me hace pasar más tiempo con él como ha pasado con las zapatillas, sin llegar a abrirlo ya me gusta.

-¿Qué es?-.

-Que manía tienes de preguntar antes de abrirlo. Luego lo verás- posa la mano sobre mi rodilla haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo.

-Vale- me resigno.

-¿Quieres que vayamos a tomar algo?- cambia de tema sin mover su mano, tampoco quiero que lo haga, me gusta su tacto.

-¿Cuándo?-.

- No sé...- con la mano que tiene libre se acaricia el mentón. -¿Te parece bien esta tarde y así me dices que te parece la sorpresa?- sonríe de medio lado.

-Me parece perfecto-.

-Podemos vernos a las siete en Nando's. Es un restaurante que está en el centro, luego te mando la localización.  Cenamos allí y así puedo presentarte a los amigos que no pudieron venir a la fiesta- se queda esperando una respuesta que no llega hasta que asiento. Mira el reloj. - ¡Ah! Y dile a Ash que se venga,  Harry tiene ganas de verla- me da un beso en la mejilla y se va, tiene prisa. Pensaba que lo de esta noche iba a ser cosa de dos, pero me parece bien compartir esto con mi amiga.

Me quedo un momento pensando, respirando hondo, seguidamente  me levanto y me dirijo a pie hacia mi casa.

-¿Ash?- pronuncio al oír como descuelga.

Caprichoso destino I: ¿Quién eres? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora