Capítulo 29

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Después de pasar la mañana y parte de la tarde con la familia de Louis cogemos el coche. Louis arranca. Y cuando llevamos diez minutos de camino me doy cuenta de que no sé a dónde vamos.

-Louis-.

-¿Si?-.

-¿Dónde vamos?-.

-Es una sorpresa, tú solo preocúpate de disfrutar del viaje- me encojo de hombros y miro por la ventanilla.

Una media hora más tarde aparcamos en una explanada de tierra algo alejada de la civilización. Miro a mi alrededor y veo que estamos entre montañas. Tengo ante mí unas vistas realmente preciosas e impresionantes. Louis saca un par de mochilas del maletero y me da una, yo me la pongo sin saber muy bien que estamos haciendo, mejor dicho, sin saber que estoy haciendo porque supongo que Louis si lo sabrá. Comienza a andar aún sin decirme una sola palabra. Yo le sigo. A los cinco minutos de caminar me digo a mí misma que si hubiese sabido esto no hubiera venido en sandalias, mis pies gritan agonizando de dolor después de andar entre piedras, tierra y naturaleza en general.

No puedo creerlo cuando por fin llegamos al lugar. Estamos situados a la orilla de un río. Comienza a atardecer y la temperatura ha bajado lo suficiente como para que me esté helando de frío. Me abrocho la chaqueta y miro a mi alrededor. Seguimos estando solos, él y yo.

-¿Qué hacemos aquí?-.

-Probar cosas nuevas Alice. ¿No te apetece dormir al raso sin nadie observándonos o entrometiéndose en nuestra intimidad? ¿Sin que nadie sepa dónde estamos?-.

-Sí. Lo único es que me duelen los pies con las sandalias y tengo frío en las piernas-.

-Abre la mochila- hago lo que me dice. Puedo ver que dentro hay un par de calcetines, zapatillas cómodas, unos pantalones negros largos y una chaqueta aún más calentita que la que llevo puesta. Que chico tan precavido. -Se lo he cogido prestado a Lottie, espero que no la moleste-.

-Me voy a cambiar. No mires- le doy la espalda. Me deshago de las sandalias y la falda, respiro de alivio. Me giro para comprobar que no está mirando, pero eso no es así. Me está comiendo con la mirada. -¡Tierra llamando a Louis!- agito las manos delante de su cara.

-Eh... Sí. ¿Qué pasa?- aún está embobado.

-¡Te he dicho que no mires!-.

-¡Cómo quieres que no mire si estás para hacerte de todo!-.

-¡Louis! ¡No seas bestia!-.

-¡Vamos Alice! Ambos lo estamos deseando. ¿Me equivoco?-.

-La verdad es que no- el frío roza mis piernas desnudas y mis pies descalzos, pero eso ya no me importa. Fijo mi mirada en Louis y ahora soy yo la que se lo come con los ojos. Pero no es el momento.

Él saca un par de mantas del equipaje restante, las extiende en el suelo para que podamos acomodarnos.

Después del momento tenso me he acabado poniendo los pantalones y las zapatillas de Lottie y debe ser que tenemos la misma talla porque todo me queda como un guante.

A su vez Louis saca un par de farolillos de la mochila, fiambreras con algunos sándwiches variados y una botella grande de agua. Le ayudo a poner un farolillo a cada lado de la manta haciendo que nuestro pequeño escondite, por llamarlo de alguna forma, se ilumine. Ya se está haciendo tarde y el cielo comienza a oscurecerse.

Sacamos la comida de la caja que la encierra y la devoramos rápidamente. Después me dejo caer sobre la manta quedando tumbada en ella y miro hacia el cielo. Este está totalmente oscuro. Es una noche tranquila y despejada, tanto, que hasta se pueden ver las estrellas. Es el cielo más bonito que he visto nunca. Para volver a incorporarme apoyo las manos en el suelo y una se me mancha sin querer de tierra, me sacudo, pero no se va así que decido ir a lavármela a la orilla del río. Ando unos pasos, me agacho y meto la mano en el agua, la muevo un poco haciendo que quede totalmente limpia. Me levanto, paso mi mano por los pantalones haciendo que sirvan de toalla y me paro a mirar el agua del río. Es curioso, el agua fluye y hoy veo este fluido y mañana veré otra vez uno parecido, pero ya no será el mismo, cosas de la sabia naturaleza. Hay veces que me gusta pensar en estas cosas, en las rarezas del universo.

Caprichoso destino I: ¿Quién eres? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora