Capitulo 37

219 12 3
                                    

"Arturo, no sé si vayas a leer esto pero no me diste la oportunidad de explicártelo en persona y solo ruego que leas detenidamente esto. Fernando estuvo
Llamándome y escribiéndome una semana completa ignoré los mensajes y bloquee el número pero me
escribió de otro, me dijo que tenía algo sumamente importante que decirme le dije que me lo dijera en llamada pero él no quiso, en ese momento opté por no decirte porque estábamos tan bien y no quería pelear contigo, sé que fui una estúpida, después de eso quedamos en ir a un restaurante, solo quería ver qué es lo que me decía. Y no te mentiré pero inicialmente me dijo que quería que trabajara para el, necesitaba una abogada, le dije que estaba completamente loco y que nunca aceptaría y más porque estábamos juntos. Después de eso propuso irme con él, dijo que no le importaba si estaba embarazada, rechace al instante, luego intentó besarme y salí del restaurante a paso rápido, eso fue lo único que pasó con Fernando .

Yo Te amo Arturo, no debí mentirte no quiero agobiarte en que regresamos, respetaré tu decisión y créeme solo hay un hombre con el que deseo irme al fin del mundo y eres tú, no necesito a Fernando ni aunque fuera el último hombre en la tierra podría estar con él, solo quiero que entiendas que te amo
Demasiado mi amor, y sobre la bebé me duele y me lastima que creas que no es tu hija, pero eso unas pruebas de ADN te lo pueden confirmar, me duele todo lo que me escribiste pero lo respetare, gracias a ti por darme lo más valioso que tengo que es estrella.

Al terminar de redactar el mensaje, un suspiro de resignación escapa de mis labios mientras lo envío. Observo cómo Arturo lee el mensaje, pero mi corazón se hunde al darme cuenta de que no obtengo respuesta, como había temido. En ese instante, Lore, entra en mi habitación con una expresión emocionada en el rostro.

—Señora, le dejaron una correspondencia, anuncia con entusiasmo. —El señor me dijo que firmara para poder entregármela, así que lo hice. ¿Quiere que se la suba o prefiere bajar a verla usted misma?

La idea de bajar me resulta agotadora, así que opto por la comodidad de quedarme en mi habitación. —Súbela, Lore. Estoy un poco cansada para caminar, respondo, dejando escapar un suspiro de alivio. —Y de paso, ¿podrías traerme unas fresas con crema?"

—¡Claro, señora!, responde Lore con una sonrisa servicial antes de salir de la habitación.

Unos minutos más tarde, vuelve con una pequeña caja en las manos y la coloca con cuidado sobre mi cama.
—Ahora mismo le preparo sus fresas con crema, señora, dice con amabilidad antes de retirarse nuevamente.

Le devuelvo la sonrisa, agradecida por su atención y dedicación. Mientras espero por mi pequeño capricho, me pregunto qué sorpresas me deparará la correspondencia que acaba de llegar.

La caja reposa sobre mi cama, emanando un aura de misterio y expectativa. Con manos temblorosas, desato el lazo y levanto la tapa con cautela. En su interior, descubro una nota escrita a mano, cuyas palabras me abrazan con una ternura inesperada. —Teresa, me llena de felicidad ver cómo estás cambiando. No sabes la alegría que sentí al enterarme de que estás a punto de dar a luz a una hermosa princesa. Desde lo más profundo de mi corazón, deseo que encuentres la felicidad y que estés bien. Tu madrina y yo hicimos todo esto con mucho amor para ese ser de luz que estás esperando.

Una sonrisa se dibuja instantáneamente en mi rostro, iluminando mi rostro con una calidez que no había sentido en mucho tiempo. Mis ojos se llenan de lágrimas de gratitud y asombro. ¡Mi mamá y mi madrina no me odian como tanto temía! El peso de todo este tiempo de angustia y dudas se disipa en un instante.

Con manos temblorosas, examino el contenido de la caja y mi corazón se desborda de emoción al descubrir la delicada ropa de niña cuidadosamente seleccionada. Cada tejido exuda amor y cuidado, como si estuvieran impregnados con los sueños y esperanzas de quienes me aman. Una ola de nostalgia me invade al darme cuenta de lo mucho que las extraño.

....

Los días han transcurrido desde que Arturo regresó de su viaje, pero su actitud hacia mí ha sido de total indiferencia. Casi siempre me evade, y desde su regreso apenas lo he visto en tres ocasiones. Sin embargo, siempre está pendiente de mí o bueno de mi hija (en el fondo yo sé que me ama y se muere por mi, tanto como yo por el ) Constantemente llama a Lore, nuestra ama de llaves, para asegurarse de que tanto yo como el bebé estemos bien. Incluso ha solicitado que se preparen mis comidas favoritas, un gesto que no pasa desapercibido a pesar de su distanciamiento emocional.

A pesar de estos intentos de cuidado, su presencia en la casa se siente como un vacío palpable. Me evita ni siquiera hemos cruzado palabras. Es evidente que algo ha cambiado entre nosotros, y su falta de cercanía me hiere profundamente. La sensación de soledad se hace más intensa cuando Lore, siguiendo sus órdenes, traslada la mayoría de sus pertenencias al cuarto de visitas, como si estuviera preparándose para una separación definitiva.

Me encuentro atrapada en un torbellino de emociones, debatiéndome entre la esperanza de que las cosas mejoren y el temor a lo desconocido. Aunque me reconforta saber que mi hija está siendo cuidada, anhelo desesperadamente sentir la presencia y el apoyo de Arturo. Sin embargo, cada día que pasa, su distanciamiento parece más insalvable, y me pregunto si alguna vez podremos recuperar lo que una vez tuvimos.

Después de un largo día, finalmente llega el momento de la tranquilidad. Me deslizo en mi pijama y me siento en la cama, dejando que la suavidad de las sábanas envuelva mi cansado cuerpo. Mis ojos divagan hacia mi clóset, donde cuelgan mis vestidos, y no puedo evitar preguntarme si después de dar a luz a Estrella, seguirán luciéndome tan seductores como siempre. Sin embargo, el dolor persistente en mi cadera, todo el día he sentido este maldito dolor.

Teresa 2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora