Teresa 2

Capítulo 48

—¿Que quieres hablar? Le digo mientras me levanto de la cama, él me mira e igual se levanta, se acerca más a mi —Perdóname por cómo te hable, realmente estoy frustrado, no debí hablarte a si, pero desde que pasó lo de Fernando, siento una espina adentro de mí que me consume.

Miro sus ojos y sé que me está diciendo la verdad, su respiración está tan cerca de la mía, que siento que me debilita, —Yo ya te pedí perdón Arturo, ya no sé qué más hacer, sé que me equivoqué, pero créeme que me arrepiento de haber ido a ese maldito restaurante, sé que fui una tonta y asumo mis consecuencias pero tampoco permitiré que me hables como lo hiciste cuando estábamos en el baño.

—Lo sé Teresa, pero es que siempre es así, te equivocas , me pides perdón y dices que no volverá a pasar y vuelve a pasar. Mi puto enojo es que no hay confianza entre nosotros.

No digo nada y simplemente me quedo callada, por una parte tiene razón y lo acepto, pero desde que regresamos solo le he fallado un vez.

—No piensas decir nada?

—Es que no sé qué decirte Arturo, de verdad hoy he tenido muchas emociones, no quiero discutir.

—Es que no estamos discutiendo, solo quiero hablar Teresa.

—Okey Arturo, pero no tengo ganas de hablar. Solo quiero decirte que lo siento por lo de Fernando, perdón por milésima vez, sé que mi error fue no decirte nada por qué quedamos en contarnos todo, no lo hice porque estábamos tan bien y no tenía ganas de arruinar nuestra felicidad, pero tú también te la pasas coqueteando con Isabela en mi cara Arturo.

—Yo no coqueteo con isabela, ella ni siquiera llama mi atención, simplemente platicamos Teresa, con Fernando ya hay un pasado.

—Está bien Arturo, pero a si como le hablas a Isabela porque no le hablas a Alexa o a liana. Le digo con un tono de voz un poco molesto.

—Isabela fue mi secretaria, había más comunicaci.... lo interrumpo y no lo dejo que termine de hablar, —Okey como tú digas Arturo, ya sé que soy la culpable de todo, fui una tonta, que lo nuestro no funcione es mi maldita culpa, ya lo tengo muy claro.

Mi tono de voz se quiebra porque aunque intente ser fuerte, frente a él simplemente no puedo, siento culpa, siento unos malditos celos que me van a volver loca.

Él me abraza y siento que es un refugio, mis ganas de llorar son evidentes pero trato de no derramar ninguna lágrima, no quiero que me tenga lástima, odio verme débil ante los demás, pero con Arturo es diferente.

Arturo, me da un beso en la frente, seguido de un cálido abrazo. —Te juro que nunca te ocultaré nada, le susurro, mis palabras están cargadas de sinceridad y compromiso.

Sin embargo, la serenidad del momento se ve interrumpida por el sonido insistente del monitor, que empieza a resonar con el llanto de Estrella. Ante esto, Arturo me dice —Ven, acuéstate, hace frío. Yo me encargo, dice con determinación mientras sale de la habitación.

Unos minutos más tarde, regresa con Estrella en brazos, cuidadosamente envuelta en una manta. Se acuesta junto conmigo, colocando a la bebé en el medio, como si formáramos un refugio familiar. Con delicadeza, acomoda a Estrella entre los dos, asegurándose de que esté cómoda y protegida.

Finalmente, los tres nos acostamos juntos, creando un vínculo íntimo y reconfortante. En ese momento, en medio de la oscuridad y el silencio a siento que hay un amor demasiado inmenso entre nosotros, no solo porque tenemos una hija si no porque a pesar de todo nos amamos y si un día nos separamos definitivamente siempre lo voy amar porque es el amor de mi vida.