Capitulo 46

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Al llegar a casa, el peso de la frustración y el enojo se aferra a mí. Deposito mi cartera en el sofá con un gesto brusco. Justo en ese momento, el sonido de pasos en las escaleras me indica que Lore está bajando con Estrella, y mi semblante cambia completamente, una chispa de alegría se enciende dentro de mí. Mis ojos se iluminan al ver a mi bebé.

—Ven, mi amor, le llamo con dulzura mientras extiendo mis manos hacia ella. Su rostro se ilumina con una sonrisa radiante al verme, y no puedo evitar sentirme abrumada por la ternura y el amor que siento. Con pasos ligeros, me acerco a ella y Lore me la da, la abrazo con fuerza, envolviéndola completamente con mis brazos.

Estrella, me mira, con entusiasmo. comienzo a darle besitos en toda su carita, haciendo que su risa contagiosa llene la habitación. En ese momento, todas las preocupaciones y el estrés del día desaparecen, reemplazados por la felicidad simple y pura de estar con la luz de mi vida. Dios mío nunca imaginé que un bebé logrará derretirme de amor.

—Lore si quieres solo hazle cena a Arturo. Yo saldré con Valentina un rato, sinceramente me siento estresada y el estar con mi hija alivianará mi día.

—Si señorita.

Subo las escaleras hasta llegar a mi habitación, donde opto por vestirme con prendas ligeras un pantalón y una camisa. Sin embargo, está haciendo un poco de frío a si que decido ponerme un blazer . Con cuidado, llevo a Estrella hasta su cuarto y la acuesto suavemente en su cuna. Mientras tanto, busco entre sus ropitas y selecciono un gorrito rosado y un suéter de peluche a juego para abrigarla con ternura.

La observo con detenimiento y es sumamente hermosa. Después de unos minutos, la acomodo suavemente en su silla de seguridad, asegurándome de todos los broches y cierres. Coloco su cochecito en la parte trasera del automóvil y me acomodo en el asiento del conductor. En el espejo retrovisor, la veo tranquila, entretenida jugando con sus pequeñas manos.

Al llegar al parque, la saco de su silla y la acomodo cómodamente en él coche. Ella me mira con sus ojos curiosos y yo le devuelvo una sonrisa embobada. Comienzo a pasear por el parque, disfrutando del aire fresco y la serenidad del entorno. Observo a otros niños corriendo y riendo mientras juegan en el césped verde.

Decido descansar un momento y me siento en un banco cercano. Reviso mi teléfono y noto varias llamadas perdidas de Arturo. Decido devolverle la llamada y contesto con un tono de voz un poco molesto  —¿Qué necesitas, Arturo?

—¿Dónde estás?

—A ti que te interesa.

—Tienes razón,  o me interesa solo quiero ver a estrella.

—Pues espérate que llegue a la casa. Cuelgo la llamada con un poco de enojo.

Comienzo a caminar y por mi mente se cruza una idea
que no estoy segura si está bien o mal pero decido hacerla. Cojo a Valentina en mis brazos y la coloco en el asiento trasero del automóvil. Me acomodo en el asiento y comienzo a manejar. Para añadir ambiente, enciendo la radio y una de las canciones que suena es ¿Adónde vamos a parar?.

El ritmo de la canción resuena en el auto, y por un instante, siento cómo mi corazón empieza a latir con más fuerza al escuchar esas melodías. La letra de la canción parece resonar con mi estado de ánimo,

Mi mente se sumerge en un mar de pensamientos sobre la relación que tengo con Arturo. Siento como si mi corazón estuviera montado en una montaña rusa emocional, entre altibajos constantes. Recuerdo
los días en los que estábamos casados, cuando viajamos a Europa, él me trataba como una princesa y la vida parecía estar llena de promesas y amor eterno. A pasear que después peleábamos mucho y sé que muchas veces fue por mi culpa y sus celos, esos momentos juntos eran una especie de refugio en medio del caos.

Teresa 2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora